Jonathan Richman es la reserva mundial de la inocencia y honestidad en el mundo del pop, algo que va demostrando disco tras disco.
Desde que decidió que el mundo del rock y ser una estrella no era lo suyo, tras la publicación de su seminal primer álbum con los Modern Lovers, refugiándose en ese pop de raíz acústica, encantador y naïf, tremendamente emocionante, que parecía recobrar la el candor y la magia de gran parte de la música norteamericana de finales de los cincuenta y principios de los sesenta, donde no había lugar para las preocupaciones, el bueno de Jojo ha ido a la suya, sin importarle una mierda lo que de él podían pensar. Richman, como buen humanista, ha seguido su camino, probando y haciendo las cosas que le han apetecido en cada momento. En “Not So Much To Be Loved As To Love” -bonito y valiente título- el de Boston sigue con su personal cruzada y nos hace sonreír con sus piezas en francés e italiano, nos contagia su aire hedonista y nos emociona en canciones como “He Gave Us The Wine To Taste It” o “The World Is Showing It´s Hand”, nos vuelve a hablar sobre sus pintores favoritos, en Salvador Dali” y “Vincent Van Gogh” y muestra su lado comprometido en la preciosa “Abu Jamal”…
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