Northlane vuelven al lío después de haber roto toda expectativa con su anterior álbum, “Alien”, en 2019. En él, la banda australiana aportó frescura y originalidad al metalcore más actual con sus estructuras meticulosamente pensadas, su groove y sus fills brutales, con el amplio registro de sus voces y con una fusión entre electrónica y Djent como pocas veces se había escuchado.
Esta vez vuelven con “Obsidian”, un disco en el que dejan claro que buscan su propio camino a base de aportar frescura a un género que, aunque suene contradictorio, suena conservador dentro de su modernidad. Las estructuras, los breakdowns o el tono de las guitarras son elementos que muchos grupos ni se plantean cambiar, por eso “Obsidian” podría suponer un nuevo comienzo para el metalcore. Y eso es algo que el grupo consigue creando canciones que se diferencias entre si, que pasan de sonidos y partes brutales a atmósferas a arrebatos electrónicos que te llevan a otros universos (sirvan como ejemplo “Abomination” o “Is This A Test?”).
Por si no hubiera suficiente, todos los integrantes de la banda están al nivel, complementándose y compenetrándose perfectamente. Desde las letras de Marcus Bridge –que vuelve a demostrar que es uno de los cantantes más completos del panorama actual del género, dinámico y un maestro a la hora de manejar la energía que transmite en cada momento– hasta la batería de Nic Pettersen, quien vuelve a darnos una lección de groove y de energía. Su batería se asocia a la perfección con los beats electrónicos que nos irán descubriendo a lo largo de las distintas partes del álbum. En cuanto a las guitarras de Josh Smith y Jonathon Deiley, ¿qué podemos añadir a estas alturas? Que, sin ofrecer riffs excesivamente virtuosos, son tan brutales como siempre. Por último, la parte electrónica –también a cargo de Deiley– se convierte en clave en este álbum, haciéndolo tan especial gracias a la fusión perfecta que se consigue con el resto de elementos y a las atmósferas que crea. Y como colofón, una producción perfecta a cargo de la propia banda.
Es posible que, a la primera escucha, “Obsidian” nos deje algo descolocados al esperar algo más parecido a “Alien”, pero Northlane no han querido repetirse, ni ceñirse a los patrones habituales del género. Han preferido darle un giro a su propuesta y crear algo distinto, cosa que se agradece mucho a día de hoy, sobre todo si se hace con acierto.
Ahora bien, Northlane siguen manteniendo elementos muy característicos de su sonido y existe relación con lo que “Alien” proponía, pero hay una evolución notable y evidente desde el inicio del disco. Una evolución que debería dar pistas a grupos más jóvenes sobre el mejor camino a seguir.
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