El tiempo no pasa en balde, ni para nosotros, ni obviamente para alguien como Courtney Love. Por desgracia su estrella se apagó hace mucho tiempo, y a estas alturas ya nadie espera demasiado de ella. El personaje ha devorado a la persona primero, y al músico después, así que prestarle demasiada atención a un disco de Hole no tiene ningún sentido. Y no porque no lo merezca, el problema que es ella no hace méritos. Mientras buena parte de las estrellas de los noventa se han convertido en clásicos, Love ha preferido perder el tiempo inútilmente. Hole, o lo que queda de ellos, echan por tierra el prestigio que les queda con este mediocre “Nobody’s Daughter”. En su momento, quizás hubiese sido una continuación al inmenso y añorado “Celebrity Skin”, pero ahora no cuela. Faltan canciones, falta garra, no hay mala leche y falta, sobre todo, que ella se lo crea de verdad y que quienes la rodean tengan el peso suficiente como para respaldarla con energía y solidez. El problema es que no ocurre nada de eso. Hay algún momento puntual que podría invitar al optimismo, a la esperanza, para finalmente quedarse en agua de borrajas. Una lástima, puesto que Hole fueron una de las piedras angulares del rock de los noventa.
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