Aquellos jovenzuelos que se postularon como la voz de los suburbios londinenses, musicalmente, no han variado en exceso su formula respecto aquel “Think Before You Speak” que oímos hace tres años. Sin embargo, se han vuelto más cínicos que de costumbre y les ha dado por ponerse innecesariamente existencialistas en sus letras. Su voz cantante, Rhys Jones, ha padecido el mal de amores en sus carnes (lo cual se ha traducido en dos cortes más downtempo que de costumbre: “Everything You Do” y el magnífico cierre “City By The Sea”), pero ni con esas consiguen dar un paso más allá. Tristemente estancados, únicamente nos dan señales de fiereza en “The Way My Heart Beats” (que podría haber sido incluida perfectamente en su debut), la religiosamente crítica “I Know”, o en “Our Loving Mother In A Pink Mother” (con un tufo descarado a The Maccabees). Digna de mencionar resulta “Under Control”, con esa irresistible línea de bajo funk ideal para ejercer de hooligan, aunque el conjunto dista, y mucho, de lo que algunos esperábamos de esta banda predestinada a englobar las arcas del post-punk británico.
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