Un trabajo en el que surge la extraña figura del compositor con la sensibilidad frágil del folk inglés (Nick Drake), pero con la rabia del americano (Neil Young). Y afortunadamente ese juego alquímico da excelentes resultados con el segundo disco de Owen, “No Good For No One Now”, donde Kinsella se desviste como lo hace Lou Barlow cuando quiere estar solo. Con una preciosa voz, teje recorridos más largos que los de Elliott Smith, donde la emoción contenida no apaga una intensidad muy especial que más que crecer engancha y crea adicción a medida que pasan las canciones. Todo se cuece a fuego lento, en unas composiciones otoñales donde los arreglos de piano o los pequeños solos de guitarra propios de banda lo-fi entran de puntillas en la canción, pero dejan huella.
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