Uno de los temas que rompieron moldes en 2007 fue “Get Hurt”, de los por entonces debutantes No Age. Compuesto por dos músicos de Los Angeles (Randy Randall y Dean Allen Spunt), este proyecto de corte ruidista y DIY lanzó una recopilación de singles (entre ellos el arriba mencionado) que pronto tuvo eco mediático gracias a un artículo en el New Yorker, tras el que llegó un fichaje por Sub Pop para lanzar su primer álbum, “Nouns” (2008).
Diez años han pasado desde aquel debut, y ahora, en “Snares like a haircut”, puede decirse que permanece algo de su noise iniciático, y de hecho la estructura del dis-co, con arranque, desarrollo y desenlace basado en up-and-downs y drones de por medio, es muy marca de la casa. Pero desde “Everything in beetween” (2010) y más especialmente desde “An Object” (2013), el pop se ha abierto paso con fuerza en el universo de los angelinos, combinándose en este cuarto disco con el ruido de forma espléndida en hits como “Cruise Control”, “Stuck in the changer” y “Drippy”, que abren el repertorio de forma más que prometedora, con mucho empuje y poder infeccioso. La compensación de energía que ofrece la balada “Send me” y la instrumental dronescape que da título al álbum enlazan suavemente con la potencia controlada de “Tidal”, cañonazo (que Ty Segall firmaría gustosamente) que inicia un tramo de estribillos y riffs punk-rockers matadores (tonteando con la escuela aussie en “Secret Swamp”, donde hay mucho de Radio Birdman) que poco a poco va perdiendo fuerza con sentido y elegancia cuando se acerca el final del tracklist, una despedida y cierre de tres temas donde el dúo se marca un descenso de lentos trances repetitivos que podría parecer una apuesta arriesgadísima, pero que no lo es tanto para quien haya entendido su propuesta siguiendo todo el recorrido del disco.
A destacar con mayúsculas el apartado de los teclados, que lo cubren todo con un manto lisérgico que compacta en lugar de expandir, y que le da un acabado de diez a la producción. Quizá suene más 2014, 1994 si nos ponemos, que 2018. Pero cuando las cosas se hacen bien, cómo carga las pilas…
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