Denim & Diamonds
DiscosNikki Lane

Denim & Diamonds

7 / 10
Kepa Arbizu — 29-09-2022
Empresa — New West records
Género — Alt-Country / Americana

A veces, incluso involuntariamente, tendemos a restringir la personalidad de un músico al asociarlo con demasiada laxitud a un tipo de imagen y/o sonido. Una pulsión por encasillar y definir que puede llegar a convertirse en una carga de la que difícilmente puede evadirse un creador a pesar de ser cuantificables los aspectos evolutivos o cambiantes que su propuesta contiene. Porque, por ejemplo, ni su aspecto habitualmente ligado a la iconografía vaquera ni su clara devoción por los iconos clásicos del country, significa que la trayectoria de Nikki Lane, a nada que la observemos desde una óptica global, responda a un recorrido homogéneo e indisolublemente aferrado al decálogo tradicional campestre. Y si hasta este momento no hubiéramos sido capaces de discernir dichas variantes, su nuevo álbum supone una explícita ruptura, aunque más bien deberíamos denominarla como una implementación en su territorio de influencias, con aquellos cánones fechados en la época primigenia del género.

Una mirada a los créditos de su actual disco, y a los nombres que estos esconden, delatan ese evidente espíritu diferenciador, ya que aunque es verdad que la estadounidense ha sido proclive a dejarse guiar por los productores a los que se ha encomendado, llámense Dan Auerbach o Jonathan Tyler. la irrupción en dicha tarea de Josh Homme, quien además se presenta junto a sus colegas en Queens Of The Stone Age –con ciertas incorporaciones externas– para hacer las veces de banda de acompañamiento, revela, cuanto menos, una explícita declaración de principios. Un equipo de trabajo que se encarga de guiar el resultado global hasta un repertorio capacitado para ser interpretado con el sombrero texano bien calado o enfundada en una rutilante chupa de cuero, el pelo cardado y lista para saltar al escenario repleta de nervio.

Esa dualidad, alimentada por la eterna disputa entre tradición y modernidad, quizás podría haberse manifestado a través de una asimilación más natural y compacta, evitando exponer de forma tan manifiesta en ocasiones esa separación entre aquellos temas que miran directamente al pasado del sonido de raíces y los que no se preocupan por retroceder las hojas del calendario hasta un punto tan lejano. Dejando de la lado detalles y posibles ajustes para dotar a esta arriesgada apuesta de un colofón sobresaliente, lo cierto es que el reflejo alcanzado por esa alteración en los tiempos cronológicos inspiradores de Nikki Lane, resulta ampliamente satisfactorio y contiene algunos repuntes realmente significativos.

No hay mejor manera de presentar un álbum que tiene como pretensión mostrar un remozado y actualizado aspecto que dejar clara tal aspiración desde su inicio. De ahí la puesta en escena de “First High”, con hirvientes bases rítmicas y unas rotundas guitarras que igual rechinan dejando un rastro a los Stones como secundan a unas pegadizas líneas melódicas a lo Blondie. Una lozana naturaleza que insiste en hacerse protagonista de la mano de los ramalazos glam que esconde el tema homónimo o las portentosas ráfagas eléctricas de “Black Widow”, que recuerdan a unas The Donnas que se hubieran dedicado a conjugar el idioma del blues, lo que sin duda nos revela el carácter rocoso e impetuoso de dicha canción.

Si las piezas mencionadas reflejan ese espíritu más correoso y rítmico, siendo ingredientes básicos para el desprejuiciado perfil conquistado por este trabajo, no se puede ocultar la sensación de que son aquellos momentos donde la intérprete norteamericana despliega todas sus cualidades ligadas al country, y que la emparentan con igual hilo directo a históricas glorias, como Loretta Lynn o Emmylou Harris, o a portentos contemporáneos de la talla de Neko Case, los que acrecientan nuestra atención -y sobre todo nuestros sentimientos- en un efecto llamada imposible de desoír. Sin desmerecer en absoluto el entramado hecho a base de voltaje rockero e ingenuidad pop en “Born Tough”, o el evocador paso de bluegrass que supone “Good Enough”, será la envergadura que alcanzan “Faded”, un medio tiempo de hermosísima nostalgia, por la que cruza un slide rebosante de sutilidad y sensibilidad; la melancólica “Pass It Down” o el desnudo y arrebatador colofón con deje mexicano, “Chimayo”, digno de una habitual en desenvolverse entre fronteras como Lindi Ortega, las que se erijan como auténticos monumentos que acumulan el mérito de lograr despuntar entre un repertorio de notable calidad, lo que habla de las múltiples bondades que alcanza un trabajo como éste.

Surgido “Denim & Diamonds” tras un necesario respiro anímico, cinco años le separan de su predecesor “Highway Queen”, en la agitada carrera de Nikki Lane, su regreso no es solo la confirmación de la recuperación del nervio creativo, sino de la noble necesidad de no retomar el trayecto donde lo había interrumpido sino enfocar su brújula hacia nuevas direcciones. Un destino que le ha situado en ese territorio delineado por la tradición más afín a su imaginario musical al que no ha dudado en añadir nuevas miradas e instalarlo junto a desconocidas localizaciones. Ya que si importante es saber de dónde se viene, y cuáles son los elementos fundacionales de nuestra identidad, no lo es menos no abandonar la pasión y la necesidad por descubrir lo que se esconde más allá de nuestro horizonte, que puede no tratarse de la más pulcra perfección, pero sí del origen de la satisfacción personal, y eso es algo que irremediablemente lo nota y agradece el oyente.

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