Lejos quedan los inicios en que Katatonia dependían esencialmente de la escena metálica doom-gótica. El paso del tiempo ha llevado al grupo a una gradual evolución hasta desembocar en ese rock oscuro marca de la casa, a caballo entre metal, progresivo y gótico, que ya caracterizaba “The Great Cold Distance”. Su nuevo álbum es otro paso firme en esa dirección, ampliando su propuesta a un mayor gusto por los samplers y teclados, además de un especial cuidado en los arreglos. No falta la fuerza y los riffs pesados habituales, como demuestran “Forsaker” o “Liberation”, incluso un puntual regreso al doom en “Nephilim”, pero también se nota una intención de ir más allá en piezas con nuevos elementos, atmósferas y matices, sobre todo “Inheritance” y “Departer”, así como se aprecia una aproximación a sus compatriotas Opeth en su vena más sinfónica, en especial en “Idle Blood”, presumible descendiente de temas como “Burden”, de la banda de Mikael Akerfeldt. En definitiva, Katatonia vuelven a dar en el blanco con “Night Is The New Day”
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