La primera parada obligatoria para comenzar a deambular por esta obra es sin duda la canción que brinda su título, “Piedras”. Una composición que nació en 2020 para un concierto conmemorativo en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile. Nicolás Jaar, cobijándose entre elementos percusivos minimalistas. música concreta y folk electrónico, recuerda a las víctimas de violaciones de derechos humanos causadas y lideradas por el infame dictador militar Augusto Pinochet.
El acto siguiente fue adoptar, igual decimos mejor adaptar, aquella idea en una especie de radioteatro de 17 capítulos -"Archivos de Radio Piedras”- difundido en un principio vía Telegram, que hubiese deleitado al mismísimo Pierre Schaeffer. Luego, turno para un canal menos oscuro, y más musical y para fans: Bandcamp. Con este nuevo paso se hizo lo siguiente: las ganancias se fueron materializando en donaciones para organizaciones benéficas que apoyan a las comunidades mapuche y palestinas en Gaza.
El relato de “Piedras” se sitúa en una distopía donde, tras un apagón digital provocado por el sabotaje de unos ‘anarcas’ autodenominados ‘Las Ocho’, y en un Chile del futuro. Tras el apagón a nivel global, el pueblo se ve obligado a comunicarse a través de cacharros del pasado. Radios y ondas hertzianas por ejemplo. Todo va cobrando cada vez más sentido, ¿verdad?
Como vamos viendo, la intrahistoria de este 2xLP “Piedras” va mucho más allá que la mera música. Otro punto no menos interesante, y antes de reivindicar la veintena de canciones que representan musicalmente este hondo trabajo, es mencionar este nombre: Salinas Hasbún. Y antes que, como alguno que yo me sé, te hundas y pierdas en un agujero de conejo, comentarte que es un personaje ficticio ideado por el propio Jaar formado al unir los apellidos de sus abuelas Graciela Salinas y Miriam Hasbún. El caso es que la obra gira en torno a este músico y escritor, honrando su vida y tras -debemos imaginar- haber desaparecido a principios de la década en la que nos encontramos ahora. Los amantes del productor nacido en Nueva York, quien incluso ha vivido en Turín, bien conocen ese dato y que inclusive no sería la primera vez que tiene a sus ‘nonne’ presentes en alguna de sus creaciones. Curioso, me vino a la cabeza Ana Quiroga, quien a través de su magia e intensidad compositiva también tuvo muy presente a sus abuelas en el LP “Azabache” (Houndstooth, 2023).
La experiencia sonora de “Piedras” es sin lugar a dudas profunda e inmersiva. Un testamento musical que se debate entre las luces y las sombras. Lo áspero y lo puro. Tejidos electrónicos abstractos y contemporáneos que se entrecruzan con componentes muy poderosos del folklore colonial. Incluso pop en un formato libre. Un repertorio donde, sin bien al principio se toma mucho contacto con la anestesia vocal (“Aquí”, “Río de las tumbas”, “Viento”, “Mi viejita” o por supuesto “Piedras”), luego deriva en un contexto instrumental extraño, calmado y diría que hasta placentero. En este sentido, he caído en el limbo de olvidar en qué día vivo escuchando maravillas como “3eee”, “F Collect” o “El Azar”. Flotabilidad total en estos temas. Un peligro absoluto para reencontrarse luego con la realidad.
El ruido, las ondas estacionarias, las interferencias o el cansancio de las tecnologías surgen como revelaciones vitales en este trabajo. En esta historia. Algo que siempre ha estado presente en la carrera de Nicolás Jaar. No olvidemos lanzamientos como “Space Is Only Noise’ o ‘Telas’ donde los esquemas resultan bastante rompedores y donde las texturas electrónicas se entremezclan con instrumentos más convencionales (cuerdas, metales) o resonancias. En este nuevo trabajo discográfico, “SSS2” sería un ejemplo mayúsculo. Es también, junto a “SSS3”, una forma tan desconcertante como victoriosa de coronar el disco.
Una hábil y potente reflexión forjada con radiaciones electromagnéticas, ramilletes electrónicos, sudor y lágrimas. Un fósil vivo para modelar formas futuras.
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