¿Recuerdan cuando se hacían intentos en el mundo de los ritmos humeantes por globalizar el sonido, o mezclar las santas enseñanzas del hip-hop con raíces de folclore? Siempre ha sido un terreno muy resbaladizo, sobre todo porque normalmente se trataba de artistas europeos jugando a adornar su música con invitados, pintorescos ellos, de esos países exóticos, y resultaba forzado en el mejor de los casos. Pero ahora ya sabemos todos quiénes son y de dónde vienen Matías Aguayo, Gui Boratto, Rebolledo, o Nicolas Jaar; y cuando les sale la vena paisana, no hay quien se acuerde de Up, Bustle & Out sin sonrojarse un poco. Y para aumentar esta colección creciente, aquí está el ecuatoriano Nicola Cruz, que después de trabajar con Jaar, debuta en largo con este álbum que está llenito de lo que él llama “Andes step”, una cuidada mezcla de vanguardia urbana y herencia selvática. “Prender el alma”, sobre todo es barro y madera, por lo que termina siendo también carne y hueso, sensualidad e inteligencia, cumbia y hip-hop.
Se trata de es un disco en dos partes, la primera, hipnótica e instrumental, y la segunda, con voces, y a veces incluso con palabras, que no es lo mismo. Cantan lo que ya suponíamos, la historia interpretable de la raíz, la necesidad de vida, el respeto a nosotros mismos y a lo que nos rodea, y sí, probablemente no hiciera falta ver tanto para adivinar lo que había bajo el vestido, pero con voz o sin ella, estas piezas están bordadas todas con una colección de riffs de guitarra que para sí quisiera Forest Swords. Simplemente por eso, y por su manera de ensancharnos el estrecho mapa sonoro que usamos en Europa, ya hay que agradecer a este recién llegado a nuestros reproductores que nos dé esta interesante lección de música.
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