Cómplice habitual de nombres como Pau Vallvé, Maria Coma o Raül Fernàndez Refree; Nico Roig añade un nuevo capítulo a su ya extenso (y casi todo él muy recomendable) catálogo fonográfico con la aparición de “Yo siempre sueño que sí”. A caballo entre Barcelona y Bruselas, descubrimos a Roig ahora hace nueve años con la aparición de su debut de largo: “Tonada del genoma humà” (Amniòtic Records, 11). Artefacto sonoro a fuego lento, a lo largo de esta década iría regalándonos nuevos trabajos al ritmo de aquel que sabe que lo bueno se hace esperar. Así irían saliendo obras como “Les dones macabres” (Amniòtic Records, 13) y “Vol. 71” (Discos Quatreguineus, 16), discos que combinaría con aventuras paralelas como Os Meus Shorts o The Crappy Mini Band.
Miembro de la cada vez más remarcable escena generacional del pop metafísico en la que también encontramos a nombres como Ferran Palau, El Petit de Cal Eril, Germà Aire, Mau Boada o el ya mentado Pau Vallvé, Nico Roig retorna con un trabajo conformado por nueve temas (canciones versadas en catalán y castellano) que se mueven por los parajes de la sonoridad etérea más conmovedora y emocionante. Las nuevas creaciones de este muy particular cantautor barcelonés -composiciones en las que ha contado con la colaboración de amigos como unas Tarta Relena, dueto de de voces que ha sacudido la música tradicional en Catalunya con su puesta de largo, el muy especial “Ora Pro Nobis” (The Indian Runners, 19), parten del folk menos evidente para amplificar todo su poder de seducción con sugerentes coqueteos con la electrónica vaporosa y el pop amable de melodías radiantes. Y por si no hubiera suficiente, de la producción se encargan David Soler y Marcel Bagés.
Obra de una belleza tan sencilla como extrema que seducirá a todas y todos aquellos que se deleiten con propuestas como las de Bon Iver. Definitivamente, un disco delicadamente atractivo, totalmente irresistible.
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