Confessions

Trabajar el arte en los límites de lo extraño, trae de la mano dos consecuencias: la primera, que el resultado sea tan “bello como el encuentro fortuito, sobre una mesa de disección, de una máquina de coser y un paraguas”; la segunda, que sea una pretenciosidad, un bluf, un error, un globo de vanidad pinchado. El caso de “Confessions” es claro, forma parte del primer grupo. Si bien no hay utensilios a los que operar como elementos compositivos, sí nos encontramos una síntesis de coordenadas creativas inusitadas. En primer lugar, el propio emplazamiento en el que se llevó a cabo: unas pequeñas islas autónomas llamadas Feroe situadas entre Noruega, Islandia y Reino Unido. En segundo lugar, la elección de una orquesta barroca para interpretar una obra contemporánea. Y en tercer lugar, la fuente de inspiración de ambos artistas, ubicada en los comentarios anónimos con los que han ido topando en youtube.

No creo que el espacio configure siempre la creatividad, que las cosas miradas desde otro punto de vista cambien, ni que la inspiración se pose en los lugares que uno decida explotar deliberadamente. Sin embargo, que alejado del mundo, decidas crear una obra contemporánea para que la interprete una orquesta barroca, y que la energía motriz de todo esto se encuentre en el inconsciente colectivo que resguarda la red…quizá eso sí se trate de una extrañeza que puede configurar la creatividad.

De este modo, Nico Muhly & Teitur Lassen se han apoderado de la cotidianeidad anónima, se han imaginado los mundos que esta habita, y lo han expresado musicalmente. Mientras, por su parte, la Holland Baroque Society ha estado más que a la altura, siendo capaz de sacudir el polvo, y reducir la distancia que imponen los cuatro siglos que entraña su manera de entender la música, de la actualidad. En definitiva, han logrado que lo que se podría haber quedado en una supuesta colisión estética, en una ocurrencia extravagante de dos autores dominados por el afán de crear una obra de culto, o lo que decíamos antes, en un globo pinchado; resulte un acierto, una alianza que fluye, late, y de la que brota una cautivante naturalidad.