A la espera de que Macy Gray publique un disco que ya tiene título y con el que dará continuación al enorme “Big”, con Angie Stone dando últimamente palos de ciego, una Lauryn Hill desaparecida del mapa, y Jill Scott más preocupada de otros menesteres que de la música, podemos enfrentarnos al nuevo trabajo de Erykah Badu. “Baduizm” fue un disco que marcó un antes y un después dentro del género, una obra innovadora, revolucionaria, con un mensaje bien alto y bien claro. “Mama’s Gun” se reveló como una continuación a la altura de las circunstancias, en cambio el controvertido “Worlwide Underground” planteó algunos interrogantes. Un lustro de espera y reflexión le hizo falta para enmendar errores y ofrecernos la primera parte de “New Amerykah”. Renovada, con ideas más frescas, con muchas ganas de experimentar, llegando a veces hasta límites insospechados, y un discurso convincente, apocalíptico, sesudo, Erikah Badu consiguió tener a todo el mundo de nuevo rendido a sus pies. Grabado al mismo tiempo que aquél, esta continuación es una versión más profunda y reflexiva. Aquí no hay que hacer un esfuerzo extra para adentrarse en la génesis de las canciones; entran a la primera sin apenas tener que apretar el acelerador. Con una voz aún más dulce, menos volcánica, Erikah Badu vuelve a demostrar lo que ya sabíamos: que ahora mismo hay pocas cantantes que estén a un nivel tan alto.
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