Mucha carretera tiene ya Paco Román en sus piernas, muchas paradas en su carrera, muchos Crashpads en el camino, así que ya iba siendo hora de quedarse en casa. Y así ha sido. El cuarto disco de Neuman se ha gestado en el home studio –nunca mejor dicho- que tiene el murciano en la vega de Granada. Estaba claro que iba a ser un disco libre, cargado de inocencia seminal, también arriesgado pese a asegurar los muebles con tres singles marca de la casa. El primer adelanto fue "Boystar", un recuerdo de infancia, el despegue de la vida, el último tema que llegó al estudio y sin embargo el que mejor se ha deslizado por los cabezales de Studer. "All That Matters" es la segunda entrega, puro Neuman, donde está todo lo necesario, todo lo que le importa a Paco Román para hacer una canción. Y luego ese paseo por el jardín, ese brindis al buen tiempo, a la buena onda, que es "Dizzy". Una vez enfrentado a esos avances, ya estás atrapado en el fantástico recorrido emocional que sugiere "Crashpad".
"Stones" es la obertura, suena como se aleja la tormenta de "If", porque el disco está lleno de sonidos incidentales, como esos pajarillos que se cuelan en el micro de la acústica en "Crashpad". Y podemos seguir con "Deleted Files", una decisión difícil, doce minutos exorcizantes, una carrera liberadora, borrón y cuenta nueva. La habitual bruma guitarrera de Neuman deja paso a desarrollos más festivos, que invitan a la fanfarria, a la algarabía ("Gibberish"). En esa vuelta a casa, a los orígenes, a la infancia, no podía faltar hablar con la madre. En "Quiet" Paco se dirije a ella y lo hace incluso en lengua materna, en un único texto en castellano. "End" marca el epílogo, con un grand piano que da el último suspiro a un disco que, uniendo una serie de fotogramas en "Super 8", ha resultado ser la mejor cinta firmada por Neuman hasta la fecha.
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