Cuesta imaginarse qué pasa muchas veces por la cabeza del tito Neil. De hecho es casi imposible acercarse. Por eso intentar entender qué le ha llevado a regrabar buena parte de “Ragged Glory”, disco publicado originalmente en 1990 junto a sus Crazy Horse, y uno de mis favoritos de su discografía, se me hace tedioso. De esta declaración ya pueden suponer que no encuentro que este nuevo disco de Caballo Loco vaya a pasar a la historia ni a ocupar un puesto destacado en su discografía.
La cosa tiene su guasa. El año pasado Neil Young actuó en una fiesta privada del ricachón Dani Reiss al que solo tenían acceso una serie de Vips. Allí interpretó con una nueva versión de los Crazy Horse que incluye a Ralph Molina y Billy Talbot, mientras Micah Nelson ocupa el sitio de Nils Lofgren, nueve de las diez canciones que incluía originalmente “Ragged Glory”. Y ahora, como lo grabaron, publica el resultado. Y es que el canadiense no se ha caracterizado precisamente por su templanza en las publicaciones. Todas las canciones fueron rebautizadas, y “Farmer John”, por ejemplo, se convierte en el título de este lanzamiento que, eso sí, ha mantenido en su libreto y entre paréntesis el título de las originales.
En lo positivo, Neil Young rockea. Vaya si lo hace. Mantiene el vigor. La pulsión. Como negativo está lo innecesario de volver a reescribir, aunque sea en directo, un álbum tan perfecto como “Ragged Glory”. Como mucho se puede aspirar a igualarlo, cosa que no se consigue evidentemente, con lo que eso supone ¿Que si deberían pasar por caja? Yo les diría que sí, aunque decidan ustedes mismos. Al final si lo que buscan es un disco de rock con Neil Young sonando a sí mismo, a pleno rendimiento a pesar de su edad, no van a quedar defraudados.
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