Impredecible
DiscosNegracalavera

Impredecible

7 / 10
Holden Fiasco — 07-04-2025
Empresa — Folc Records
Género — Punk Rock

Vuelven los Negracalavera con cuatro temas que parecen renovar el salto detenido de ese coche a la carrera con el que ilustraban su anterior disco. Aún estábamos esperándoles dentro, como nos pedían en aquel, cuando llega éste, donde también nos encontramos con referencias a maleteros, curvas y motores. Esto es lo que nos invita a evocar aquel anterior vuelo prometedor, pero también la continuidad que se aprecia al observarlos juntos. Siguen con los planes que ya salieron bien antes: rotundidad en el guitarreo y aplastantes en lo rítmico. Son ya rasgos connaturales que definen un proyecto al que es fácil relacionar con etiquetas como el punk-rock y el high energy. Sin embargo, en este nuevo trabajo, esa continuidad se ve aquilatada con matices enriquecedores que consiguen que esta nueva hornada resulte distinta y prometedora. Se nota más rugosidad, algo de penumbra en ocasiones. Hay un dolor más intenso, una fatalidad penetrante que emerge entre capas más gruesas.

Antes de ir al hoyo y escarbar hasta lo más profundo, es importante que te contemos que han vuelto a grabar con José Manuel Sampedro “Xanpe” en Koba Estudio, que algo tendrá que ver en el producto final. Un producto que es igualmente físico, y ahí cuenta todo, incluido el arte gráfico, obra de Meri Cris Arregui, quien ya había colaborado con ellos y con otros como Huracán Rose o Mamvth. Sacan el disco, por último, con una larga lista de contribuyentes que, a buen seguro, intentarán que la distribución les lleve a todas las esquinas de la península, o incluso más lejos, que creo que anunciaron hace tiempo que uno de los temas había conseguido sonar nada más y nada menos que en las Antípodas. Podrás añadir tú el que falte en los puntos suspensivos del final si es que me he dejado alguno: DDT Banaketak, Kaset Ekoizpenak, Folc Records, Manalishi Management, Chivani Records, Decadencia, H-Records

El disco, por cierto, que ya llevo dos párrafos y aún no lo he dicho, se titula “Impredecible”, y si quieres entender por qué, igual tienes que atender a las letras que se cantan. Se cantan en estos cuatro temas, todos entre los tres y pico y los cuatro minutos (y pico, claro), que paso ahora a despellejarte:

Empezamos por “Un cadáver en el maletero”, donde la voz parece salir de un pozo al principio. Quizás, del mismo fondo del maletero. Y es que ese cadáver puede ser interpretado de muchas maneras, casi alegóricas, llegando a entenderlo, si me apuras, como una metáfora introspectiva. Como dicen en la canción, “la vida es muy corta, demasiado corta”, y quizás por eso se convierte en un torbellino de distorsión, donde, en cualquier caso, se aprecian los detalles que enriquecen el caldo: como los cambios en las partes vocales, el sonido metálico de unas guitarras oscilantes en los interines instrumentales o el pálpito continuo del bajo. Sigue adelante el trayecto con “Todas las curvas”, que, si no me confundo, es el corte que han elegido como single. Ya desde el principio, se lanza la guitarra con frenesí. Los humores que ya se distinguían en la primera siguen impregnando esta letra: la fugacidad del tiempo, por ejemplo, y vuelve al título del disco. Esta tiene un ritmo imbatible. El bajo repica en los estribillos y los platos de la batería mantienen la tensión. Cuando se apagan, es como si el tinnitus, por sorpresa, se hubiera desvanecido. Los últimos treinta segundos son un combate a puñetazos entre la voz y las seis cuerdas, sin guantes, a guantazos. “Hasta romper el motor” repite los patrones musicales de las otras dos, pero tiene detalles particulares, como esas voces dobladas con los coros que parecen replicar la conciencia del que habla o la multitud que rechaza, porque la letra parece aún más reflexiva, más incisiva y feroz, y lo demuestra esa frase tan poderosa: “El mundo sin mí, puede ser un sitio mejor”. Finalmente, la última del lote es una “A ella le gusta que le lleve su dosis” que parece alejarse un poco de la contundencia anterior para enredar en el rock’n’roll más travieso y clásico, con pandereta en la mezcla. Empieza con luz, un redoble para acelerar y rimas que incitan, pero luego se apaga, planea. El bajo repta por debajo, mientras la tentación se encrespa. Desde las sombras, se repite, hasta que se convierte en herida, la misma frase: “a ella le gusta que le lleve su dosis”. Y, una vez más, la interpretación queda a tu cargo: las sábanas pueden decirte una cosa, pero cuando comentan que no queda nada, igual te están diciendo otra. Más o menos, en el minuto 3:25, cuando parecía que iban a terminar, la guitarra se encabrita, el bajo palpita, la batería estalla y toda la claridad que traen es tan repentina y arrebatadora que impresiona.

No se puede reducir un disco a minuto y medio, pero es un buen colofón que ilustra los pliegues que aparecen en estas cuatro canciones que no se detienen solo en conmemorar lo que ya habían hecho antes, que siguen haciéndolo, sí, y con la misma rotundidad. Hay más. Siempre hay hueco para más en el rock’n’roll. Han vuelto los Negracalavera y no soy capaz de predecirte qué va a pasar.

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