Strange Disciple

DiscosNation Of Language

Strange Disciple


8 / 10
Fran González — 17-10-2023
Empresa — Pias
Género — Post punk

La evolución musical de la histórica, cinematográfica y decadente Nueva York tiene muchas caras y ambages. Del rock garajero de chupa y pitillo al hip-hop reivindicativo de a pie de calle, pasando por el disco más hedonista hasta llegar al pop comercial de promoción luminiscente en Times Square. Sin embargo, lo que se nos propone en “Strange Disciple” (PIAS, 23), el tercer álbum de estudio de Nation of Language, es realizar una foto fija de un tiempo pasado e idealizado, que ni existe ni se le espera. Con el amor por bandera, Ian Richard Devaney, Aidan Noell y Alex MacKay rediseñan los barrios de la Gran Manzana a golpe de nostalgia y sinte en un delicioso LP que confirma la identidad de la banda como una firme heredera del romanticismo post-punk más pretérito.

Muchos son los que lo intentan y no tantos los que logran superar la fina línea que separa la andadura propia del revival cansino. Tras tres discos escasamente espaciados en el tiempo, Nation of Language han logrado que su sonido pase de estar encorsetado en una maraña de referentes puros e inamovibles, a bailar con cierta ligereza y amplitud de miras entre las diferentes ramas y vertientes del synth-pop. Con actitudes analógicas, “Strange Disciple” se siente como una travesía introspectiva sin rumbo cerrado que busca plasmar, con glorificado e imparcial sino, los lugares comunes de una obsesión de complicada factura y aciaga recuperación (“Empty idol, strange disciple”, reflexionan sobre el desorden jerárquico de los sentimientos en la destacada “Sole Obsession”). Y es que, a pesar de lo encriptadas que se puedan sentir algunas de sus líneas, el mensaje último en sus intenciones es tan emocionante que hacerlo nuestro resulta sorpresivamente fácil.

Para ello se escudan en una amalgama de recursos tácticos y diversos, con el oportuno visto bueno de Nick Millhiser (LCD Soundsystem, Holy Ghost) en la producción, y con la idea en ciernes de ofrecer disparidad dentro de la fidelidad y evolución dentro de la constancia. Así pues, pasamos de un atemperado ritmo de teclado que parece suscitarnos el recorrido de una extensa autobahn (“Weak In Your Light”) a matices próximos al movimiento New Romantic británico de gomina y trajes de ala ancha (“Surely I Can’t Wait”), sin perder de vista ese post-punk lúgubre de línea de bajo preponderante y protagonista (“Stumbling Still”).

Tanto el trabajo tonal de Devaney –llevado de extremos agudos a rangos más graves en cuestión de segundos-, como la expansiva y heterogénea proporción de la electrónica empleada en sus diez efectivos y bellos temas, son los platos fuertes de un trabajo que, equipado con verdad, letras cristalinas, y componentes paisajísticos, sellan el testimonio en auge de una banda incesante e imaginativa que conoce bien la condición humana y los pertinentes desafíos a los que ésta se enfrenta. Y a pesar de cómo versa su último corte (“I Will Never Learn”), el trío neoyorquino nos demuestra no solo no dejar de aprender lecciones, sino apuntar maneras hacia una proyección futura exquisita.

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