Nathaniel Rateliff decide adentrarse en su bosque interior y se separa momentáneamente de The Night Sweats, de su sangre blusera y de su alma negra. Vuelve a aquella encrucijada donde mudó la piel de serpiente, se calzó las botas tejanas y se fundió con las noches sudorosas y, echando la vista atrás, se desnuda y reemprende la vereda folk de sus inicios en busca de redención y retales de fe perdida. Las diez baladas de “And It’s Still Alright”, su tercer largo en solitario, están empapadas por el dolor y el inabarcable vacío de la perdida: el desmoronamiento de su matrimonio y divorcio, y la muerte de su amigo y colaborador Richard Swift.
Pero, aunque cada uno de los surcos del álbum son irremediables heridas abiertas, la poderosa y emocionante voz de Nathaniel Rateliff, desde la inicial calma de “What A Drag” que desemboca en la titular y joya de la corona “And It’s Still Alright”, en la que mira a la muerte a los ojos, filtra un hilo de luz y esperanza que, poco a poco, deshiela la pena y nos da cobijo y calor tras la tormenta.
Si “All Or Nothing”, con una preciosista y atmosférica sesión de cuerdas de fondo, rezuma cierto aroma jazzístico, en “Expecting To Lose”, Nathaniel Rateliff se levanta y recorre la senda del perdedor contoneándose y desbordando swing a fuego lento, para volver luego a la cabaña y calentarnos con esa guitarra que danza como la llama que hace crujir la leña de la chimenea, en “Tonight #2”, viendo desde el otro lado del cristal empañado por el vaho y el frío, como cae la nieve en la oscuridad, con unos envolventes coros angelicales y casi navideños.
Para cerrar el círculo y grabar “And It's Still Alright”, Rateliff regresó al estudio del fallecido Swift, National Freedom (Cottage Grove, Oregón), uniéndose a la producción Patrick Meese (colaborador de siempre y batería de The Night Sweats) y James Barone (batería de Beach House), quienes también diseñaron y mezclaron el disco. En esta decena de canciones encontramos las colaboraciones de Tom Hagerman (violinista de DeVotchKa), Luke Mossman (guitarrista de The Night Sweats), Elijah Thomson (bajista de Everest), Daniel Creamer (teclista de The Texas Gentlemen) y Eric Swanson (steel guitar).
No hay costuras ni artificialidad posible en “And It's Still Alright”. De la brisa de “Mavis”, al traqueteo suave de “You Need Me”, que te ahonda en el pecho sin que te des cuenta, como un cuchillo en la mantequilla, a los quejíos más sentidos y lamentos de “Time Stands” o ese “Rush On” final. Vulnerable, honesto y real. Nathaniel Rateliff a corazón abierto, mostrándonos que, por muchas dificultades y sombras que nos encontremos en el camino, hay que resistir y recobrar la alegría de vivir... Hasta que el destino nos aseste un nuevo golpe y vuelta a empezar.
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