The Future And The Past
DiscosNatalie Prass

The Future And The Past

6 / 10
Carlos Pérez de Ziriza — 28-05-2018
Empresa — ATO records
Género — Pop

No sé a ustedes, pero a uno ya le empieza a cansar un poco el socorrido comodín Trump como respuesta a cualquier giro estilístico, por leve que resulte. Ya ocurría durante la presidencia de Bush junior, pero ahora se eleva al cuadrado. Dice Natalie Prass que el inesperado triunfo del magnate botarate en noviembre de 2016 le hizo reescribir por completo el contenido de lo que luego ha sido "The Future and the Past"desde un prisma algo más reivindicativo – , consciente de lo que significa ser mujer en la era de las fake news y el heteropatriarcado machirulo y post ideológico que encarna el republicano de los cuatro pelos rubios. Pero en el apartado lírico, el cambio respecto a su predecesor no es singularmente sensible, más allá del feminismo light de “Sisters”, uno de sus adelantos. En el plano estrictamente sonoro sí se aprecia un considerable cambio de tercio hacia una producción más contemporánea y menos vintage, que – en cualquier caso – enmascara como música urban algunos brotes de nostalgia por los ochenta que – y no hay nada de por sí censurable en ello – para cualquiera con algo de memoria podrían recordar a Swing Out Sister, The Blow Monkeys o Curiosity Killed The Cat, solo que con un barniz algo más contemporáneo: es el caso de las resultonas “Short Court Style” o “The Fire”, que también remite horrores – y sigue sin ser peyorativo, ojo – a los petardazos bailables que facturan ahora los jovencitos The 1975. Lo que ocurre es que quizá no era necesaria tanta retórica para justificar una maniobra que, en esencia, puede tener tanto de evolución como de regresión. Todo depende del cristal con el que se mire.

Más allá de coartadas, en cualquier caso, lo que tenemos es un álbum con no pocos momentos de excitación pero algo irregular, en el que ha vuelto a jugar un rol importante la producción de Matthew E. White en sus Spacebomb Studios de Richmond (Virginia), los mismos por los que también pasó hace tres años Alondra Bentley. Sus picos más altos llegan cuando Natalie Prass parece soltarse el pelo, entonar con dicción entre casual y adormilada sobre ritmos entrecortados – como si quiesiera emular a la mejor Solange, e incluso confluir con Janelle Monáe o Erykah Badu, por aquello de los interludios instrumentales que salpican su minutaje – aprestándose a enfilar el cambio de ritmo letal cuando llega el estribillo: es lo que ocurre en “Hot For The Mountain”, la ya mencionada (e imponente) “Sisters” y “Ship Go Down”, emulsiones de sinuoso R'N'B que dejan de una pieza al más pintado. Pero conviene administrar este álbum con posología prudente, porque el bajón está a la vuelta de la esquina, tan pronto como uno trata de congraciarse con el AOR adocenado – si es que tal derroche de aséptico material radioformulable es posible hoy en día – de “Lost” o “Nothing To Say” o intenta encontrarle el punto a una balada como “Far From You”, habilitada para disparar el medidor de glucosa de cualquier diabético a niveles estratosféricos o de sumir en el más absoluto sopor al resto de mortales. “Ain't Nobody”, su cierre, se sitúa en un estimulante término medio, apuntalando un disco reservón en el que hay reparto de cal y arena. Como si a base de apelar a diversas capas de público se hubiera quedado varada en la indefinición.

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