A Poisoned Gift

Probablemente nadie mejor que uno mismo para conocerse y por lo tanto definirse. El término utilizado por la banda bilbaína Namas’ Cray para identificar el sonido que elaboran a través de su EP de debut “A Poisoned Gift” es el de “old school grunge”. Y por supuesto que hay mucho de eso en las cuatro canciones que componen dicho trabajo, sobre todo en lo que concierne a ese espíritu desgarrado que late a través de sus composiciones. Pero no hay que obviar tampoco otros cuantos matices estilísticos, presentes en los antecedentes o en las derivaciones de dicho movimiento musical, que conforman los trazos definitivos de su sonido identitario.

Aunque inevitablemente escueto, el abanico formal que ejecuta el grupo en el disco es lo suficientemente significativo como para dejar de manifiesto su capacidad para desarrollar variadas representaciones. Todas ellas guardarán en común algunos elementos, por ejemplo esa base instrumental robusta, de cierto aspecto metalero, latente en todo el conjunto, o un tono sucio de igual impronta, manifestado en buena parte por la manera de interpretar de su cantante, versátil, pero siempre con esa esencia cruda.

Así que bajo esos mimbres comenzarán trepidantes y directos con “Better Way” – algo aplicable igualmente a “Like a Flame”-, cabalgando sobre un punk- hardcore que puede remitir a L7 o Black Flag pero sin descuidar nunca el aspecto melódico ni épico. Unos elementos que tomarán mayor protagonismo en la también contundente pero sobria “White Tiger”. Acompañando a las mencionadas, “Red Moon” se desenvuelve más envolvente y sugerente, logrando unos ritmos que parecen fluir de un cruce entre Sleater-Kinney y Skunk Anansie.

Con “A Poisoned Gift” los bilbaínos dejan ya desde el principio constancia, de modo conciso por aquello de la extensión del formato, de un buen, y variado, manejo de los tiempos a la hora de ejecutar ese sonido sucio, pero anclado bajo una intensidad melódica, heredado del grunge pero al que, quizás comprendiendo mejor su esencia que aquellos regidos por un mimetismo con sus representantes más visibles, salpican de elementos que abarcan el punk, el metal o el hardcore.