La música ya no entra por los oídos porque produce su primer efecto de primacía en la vista. La edición del disco-libro “Naked” es, ante todo, una auténtica joyita con fotos preciosas de los graciosos graffitis de Bansky.
En cambio, las letras de Benjamín no aportan nada nuevo, salvo la autocomplacencia y cierta rebeldía de pataleta –con excepción de las crónicas políticas relatadas en “Rong Radio Station”, conteniendo tres o cuatro coces a la globalización y al terrorismo de Estado–. Haciendo acopio del noble arte del hip-hop, añadiendo alguna dosis de dub jamaicano, drum’n’bass e incluso house, más el estilo recitativo-cantarín formulado por Anne Clark allá por los años ochenta, Benjamín Zephaniah pone la voz a sus versos con el acompañamiento de músicos de lo más diverso: entre otros cuenta con las intervenciones de Aref Duvesh en la tabla, Rupert Heaven al saxo, un solo de Alvin Lee y el productor Trevor Morais, autor de las bases y de la percusión. Por tanto, no todo el mérito es solamente de Benjamín aunque él firme la titularidad del disco. Musicalmente está a muchas lunas del resto de coetáneos del gremio, pese a que tras la excelente tríada que supone “Naked”/”Touch”/“Superstar” la cosa se vaya desinflando progresivamente hasta levantar un poco la cabeza hacia el final. Craso error: eso sólo pasa en la primera escucha; luego crece, y crece, y crece, y con cada nuevo repaso el disco se afianza como una de las promesas que hacía tiempo que no oíamos.
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