El día que alguien se atreva a escribir un libro sobre ese engendro desarrollista conocido como Santa Coloma de Gramanet (¡imagínense!) va a tener que dedicar por fuerza un capítulo entero a F.A.N.T.A. Ellos definen como nadie la Santa Coloma ramone, aferrándose con fuerza al video-club Singuerlín, la Damm y las atracciones de feria, mientras combaten la homogeneización de un extrarradio mayoritariamente reggaeton y piyuli.
Es por eso que F.A.N.T.A., en su devoción por el role-model niki-intronáutico, son una pequeña obra maestra de melodía y sentido del humor, una bendición abrigada en acelerada e imposible serie Z adolescente. En cierto sentido, su propia limitación ramoniana -sin luz inédita pero repleta de momentos gonzos capaces de resumir en dos minutos el mundo entero- los hace fundamentales, insuperables e inagotables en la elegía del terror, la sci-fi, las artes marciales y el electroshock. El día que alguien escriba ese libro sobre Santa Coloma, Ordovás entenderá finalmente algo, y el diálogo de “El furor del dragón”, con el que se abre “Nada volverá a ser como antes”, servirá de epitafio al volumen: en 2005, el amigo Bruce Lee llegó de Hong-Kong para ayudarnos... y Santa Coloma se salvó, vaya si lo hizo.
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