Stay Close To Music
DiscosMykki Blanco

Stay Close To Music

7 / 10
Salomé Lagares — 17-10-2022
Empresa — Transgressive
Género — Pop

Si uno decidiera trazar los diez años de carrera de Mykki Blanco a vista de pájaro, aparecería la abrasividad como línea conectora de una trayectoria de otro modo inunificable. Emergiendo primero como un alter ego femenino para un proyecto visual del poeta y artista de performance estadounidense Michael Quattlebaum, Blanco acabó desarrollando agencia propia, instigando una travesía de autodescubrimiento que terminó con Quattlebaum reconsiderando su identidad de género y dedicándose a la música a (casi) tiempo completo.

Durante un largo periodo, sin embargo, el trabajo de Mykki Blanco no reflejaba la introspección que el personaje había supuesto para Quattlebaum: su música estaba arraigada a una impetuosa actitud defensiva, algo, en cierta manera, tanto comprensible como encomiable. Los raps arrogantes y excéntricos de Blanco, sus decisiones de combinar estructuras hip hop y recargadas producciones electrónicas, de colaborar con artistas experimentales y noise que residían en los márgenes… no solo eran audaces — de ellas se destilaba una valentía casi heroica, una negativa a adaptarse a cómo debería sonar una artista queer negra según el mainstream.

Pero también la aislaban. Durante la etapa inicial de su carrera, en la música de Blanco no cabían sugerencias a la conexión. A veces parecía inaccesible solo por ser inaccesible: más que un ejercicio de innovación, manifestaba que estaba practicando la ingobernabilidad sin otro motivo claro, como si el hecho de que fuese una artista que rechazara todo molde y etiqueta fuera lo suficientemente radical como para ser celebrado.

En 2016, con el lanzamiento de “Mykki”, su debut de estudio, se produjo un cambio: para empezar, parte de esa abrasividad se suavizó con la inyección de sensibilidades pop en su sonido. En segundo lugar, Blanco estaba finalmente lista para abordar la composición como un proceso honesto y admitir un grado de vulnerabilidad.

Esta mutación se confirmaba con “Broken Hearts & Beauty Sleep” (21) —un mini-álbum de nueve canciones que Blanco describió a The Guardian como el catalizador del “segundo capítulo de mi carrera”— y ahora queda solidificada con la secuela directa que es el cálido y vibrante “Stay Close To Music”. En ambos discos, el productor FaltyDL canaliza un amplio abanico de influencias R&B, indie y pop, y Blanco las concreta en dos odas mellizas que a menudo se sobreponen: en el primer álbum, principalmente al tipo de transformación que solo puede ocurrir mediante las tribulaciones de un corazón roto; en el segundo, a aquella que ocurre vía el placer de un nuevo romance.

La destacable “French Lessons” es quizá el ejemplo más nítido de esta tesis: cuatro dispersos acordes de piano construyen la base de la pista y se funden gradualmente con una percusión rítmica antes de que Mykki entre a regocijarse sobre su nueva relación. La canción es tan central a “Stay Close To Music” que aparece dos veces en el disco: una versión cuenta solo con la celestial Kelsey Lu; en la otra, ANOHNI es la voz principal — Sin intención de ofender a Lu, el extravagante y exuberante tono de ANOHNI hace su iteración notablemente mejor. Más adelante, entre las cuerdas de “Steps”, la rapera hace de errores pasados una constelación que deletrea un “yo” robusto, cristalino. En “Your Love Was a Gift”, que parece tomar mucho prestado de la exquisita paleta de R&B alternativo de Blood Orange —colaborador en “Broken Hearts…”—, Blanco anhela una adoración que equivalga a su auténtico valor mientras Diana Gordon confiesa con potencia que todo amor recibido fue apreciado.

La antigua Mykki también sale a jugar en varias ocasiones: presume con la confianza habitual en “Lucky” (“My career has never stalled / Bitch, it’s only peaking”), un tema de trap con un delirante estribillo pop, y acaricia el emo rap con los snares letárgicos y los ad-libs autotuneados de “Ketamine”. En “Pink Diamond Bezel”, sobre un loop de flauta y sintetizadores burbujeando bajo la superficie, demuestra que elegancia y asertividad no están reñidas.

El mayor defecto de “Stay Close To Music” es probablemente su lirismo, a veces redundante y otras dolorosamente literal: simplificar la tensión entre un padre enfermo y su hijo al tópico “His family ties tend to suck” es indolente, y emplear una repetición de “Your feminism is not my feminism, unless it includes all kinds of women” como estribillo no deja mucho espacio para matices. “Carry On”, la pista que cierra el álbum, es un intento de himno esperanzador que acaba resultando vago y superfluo al relatar la compleja experiencia de Mykki como persona negra, no binaria, gay y seropositiva casi como si se estuviera leyendo una lista en lugar de explorar esa intersección de alguna manera reveladora. A pesar de todo, en “Stay Close To Music” encontramos la encarnación de Blanco más equilibrada y sincera hasta ahora, e innegablemente también la mejor.

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