Nuevo disco de uno de los iconos de masas por excelencia de la religión brit-pop: el para siempre cantante de The Stone Roses, el hombre mono, también conocido como Ian Brown.
El disco sorprende desde la primera escucha, con mucho sintetizador y teclados y un tratamiento electrónico de las texturas y las estructuras más pronunciado que en sus anteriores trabajos. Brown se pasa el disco haciendo lo que mejor sabe, hablar de sí mismo: historias que se van reencarnando en otras y que se suceden al ritmo de melodías apagadas y letras tristes y sombrías, todo arropado por el hilo conductor que es esa voz poderosa y penetrante que le hizo colocarse entre los grandes, y que ahora suena menos autocomplaciente y más madura que nunca.
En “Stellify”, la pieza que abre el disco, Brown se acerca a los tonos épicos del pop actual, en “In The Year 2525” versiona a Zach & Evans en una de las mejores covers que un servidor ha escuchado últimamente, emocionante es poco, y en “Marathon Man” directamente trasciende a electro-pop del nuevo siglo al estilo Ladytron, pegadizo y lisérgico, bailable y adictivo. Un disco que impresiona, no porque su nivel sea sobresaliente ni por que Ian se reinvente drásticamente, sino por dar la sensación de que, después de veinte años de carrera, discos y discos y cientos de conciertos, aún quiere ser capaz de ganarse el derecho a poder ser adorado de nuevo.
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