Madonna entró tarde en los noventa, pero cuando lo hizo, con “Ray Of Light” en 1998 y de la mano de William Orbit, lo hizo con buen pie. “Music” confirma la trayectoria ascendente de la Ciccone en los últimos años y, a la vez, se aleja de la introspección de su disco anterior para dejar que sea el francés Mirwais Ahmadzai quien la reinvente a placer.
“Music” es un trabajo luminoso y eufórico, una vuelta a las pistas de baile donde pop y electrónica se abrazan con una naturalidad digna de imitación. El “pero” es haber incluído en el álbum “American Pie” -tema que Madonna grabó para la película del mismo nombre y que ya era lamentable cuando lo popularizó Don McClean- algo que desmerece la media de notable alto del resto de composiciones.
El abajo firmante se jacta de haber tenido a Madonna a dos palmos de sus narices en el Guggenheim de Nueva York (¿era la visión de un Magritte lo que compartimos durante segundos?) y la aparición le hizo reflexionar. Ya no hay artistas (ARTISTAS) como los Beatles o Elvis Presley, cuya popularidad fue absoluta y planetaria. Madonna es y sigue demostrando ser artista. Su popularidad es rotunda y planetaria. Quizás sea la última de su especie.
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