Las cosas de palacio van despacio, y por eso tal vez tener en nuestras manos un trabajo físico que compile las canciones que Muro María llevan publicando desde el pasado año en diferentes formatos se haya demorado más de lo que a muchos nos habría gustado. Pero helo aquí, un vinilo único para demostrarnos, en entera perspectiva, porqué el cuarteto alicantino es lo mejor que le ha pasado a la escena de la terreta en los últimos años. A pesar de tratarse de dos epés reunidos (siendo su cara A el llamado “Nuevo para nadie” y su cara B, el ya conocido “Estoy pensando en dejarlo”), podemos terminar leyendo su minutaje como un todo que resume con acierto y objetividad el excitante y ajetreado transcurso del último par de años en la banda (desde bajas y altas inesperadas en la formación, hasta cambios de ubicación o pluriempleos musicales). Una suerte de biombo cronológico que encapsula sus primeros pasitos en la industria, y supone a su vez, el caldo de cultivo óptimo para poder verles próximamente entregarnos un debut de pleno derecho en larga duración.
Por lo pronto, las primeras cinco canciones, pertenecientes a “Nuevo para nadie”, estrechan líneas cálidas de afecto, melodrama y desamor, revelando en sus correspondientes piezas, de forma rápida y entera, las mil maravillas que la voz principal de Claudia Zuazo es capaz de entregarnos. Bajo sus certeras bases de pop rápido y aguitarrado, las líneas tonales de su contadora de historias oscilan entre el folklorismo romántico de Maria Rodés (“Ese sentimiento”), los contrastes delicados y efusivos de Isa Cea (“Lejos”), o la rabia exacerbada y ácida de Monteperdido (“Llegas siempre tarde”), sintetizando con ello el abanico de referentes que plasman en su forma final y una indudable nota de distinción que les hace singularizarse con respecto a otros de sus coetáneos.
En compañía de su banda hermana, los chicos de Niña Polaca, los alicantinos logran dar forma a relatos que hablan de corazones que siguen caminos opuestos (“Cuéntame otra vez”) o sobre despedidas de altos vuelos que ponen fin a memorias imborrables (“Tallín”). Una muestra de esa trayectoria sentimental y apasionada que ha marcado el último tramo compositivo de la banda, algo más edulcorada, por contra, que su primer EP, “Estoy pensando en dejarlo”, en el que la formación se dejaba llevar por textos menos circunspectos y más distendidos, pero no exentos de recuerdos agridulces (“Estúpido Flanders”), o de reflexiones cargadas de crítica a un escenario de precariedad futura (“Yo quiero (un apartamento)”). De este modo, Muro María enfrentan canciones sus canciones más pop con otras más directas y crudas, subrayando el deseo de la banda de desvincularse de modas erráticas.
El lazo a este particular auto-homenaje al trabajo bien hecho lo pone el omnipresente Carlos Hernández Nombela (Viva Suecia, Los Planetas, Triángulo de Amor Bizarro), encargado en la sombra de guiar hasta su mejor versión a uno de los exponentes más a la alza de nuestra escena sumergida, y que ahora sí, ponen rumbo a una nueva etapa en la que todo es posible.
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