Si te gustan los desvaríos de Primus, Dream Theater, Liquid Tension u otros puntales del metal progresivo de los 90 y no conoces a Rush, te recomiendo sinceramente que bucees en la serie media. Basta de chorradas.
Más de un moderno y avezado lector de esta revista caería de culo si pudiera ojear la pingüe colección de -pongamos- César Luquero, Joan S. Luna, del ínclito Obón, o de Don Disturbios. Doce líneas apenas son espacio para hablar de Rush, o de este disco, que yo pongo entre mis favoritos, porque con trabajos como este aprendí a disfrutar del rock. Aquí encontrarás al mejor batería que cabe imaginar en fuerza, técnica y gusto (escuchen la intro de “Witch Hunt”). Aquí encontrarás un instrumental de impresionante factura y fuerza (“YYZ”). Aquí está la más evidente conexión entre Rush y el pop (“Limelight”), y entre el metal y la electrónica antes de Misery Loves Co. y Fear Factory (“Vital signs” y la preciosa “The Camera Eye”). ¿Acaso no es bastante?
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