M.O.S.
DiscosJulio De La Rosa

M.O.S.

7 / 10
Don Disturbios — 15-10-2004
Empresa — Everlasting Records
Género — Rock
Fotografía — Archivo

El Hombre Burbuja como grupo nunca tuvieron mucha suerte. Ya desde el principio se vieron envueltos en problemas con el lado menos amable del negocio (los contratos discográficos) que lastraron el enorme potencial que atesoraban. Su personal universo lírico tan sólo llegaba a unos pocos y se convertían en uno de los secretos mejor guardados del indie patrio. Tanto es así que, con su anterior y ultimo trabajo como grupo “La paz está en las matemáticas”, tenían todos lo números para romper esa tendencia pero tampoco.

El Hombre Burbuja como grupo nunca tuvieron mucha suerte. Ya desde el principio se vieron envueltos en problemas con el lado menos amable del negocio (los contratos discográficos) que lastraron el enorme potencial que atesoraban. Su personal universo lírico tan sólo llegaba a unos pocos y se convertían en uno de los secretos mejor guardados del indie patrio. Tanto es así que, con su anterior y ultimo trabajo como grupo “La paz está en las matemáticas”, tenían todos lo números para romper esa tendencia pero tampoco. Quizás suenen demasiado densos, demasiado enmarañados con ese punto entre atormentado y oscuro, no exento de cierto surrealismo, que les aleja del público más acomodado. Poco ha cambiado desde entonces excepto el nombre. Julio de la Rosa (cantante, guitarra, productor y compositor) da la cara aunque todos sabíamos que EHB y De La Rosa era lo mismo. Un proyecto unipersonal en el que el músico gaditano da rienda suelta a sus fantasmas, sus demonios y sus frustraciones. Y aquí es a donde quiero llegar; Porque en lo que resulta superior este nuevo trabajo de lo hecho anteriormente por Julio es precisamente en el contenido de los textos. Pocos letristas pueden alcanzar un nivel que no tienen nada que envidiar al de otros malabaristas del castellano como Fernando Alfaro o Antonio Arias. De La Rosa lo borda y lo hace a lo largo de los doce temas del disco, desmenuzando un universo poético de muchos quilates. Sin embargo en el apartado musical se nota cierto inmovilismo. O puede que el listón trazado por su anterior entrega era demasiado alto como para superarlo a la primera de cambio. ¡Y ojo!, porque no es que nos encontremos ante un disco fallido, ni mucho menos. Sólo que ciertos tics compositivos sobre todo en los riffs de canciones como “A pleno sol” o “Agua turbia”, ya nos los conocemos. Pese a ello no faltan grandes canciones como esa preciosa e intensa “El monstruo nunca duerme” que por si sola vale lo que te pidan por él. A ver si de una vez por todas nos vamos enterando y reparamos la injusticia acaecida hasta la fecha.

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