Mucho se ha utilizado en las reseñas previas a esta la metáfora de las habitaciones como imagen que represente la variedad que encontramos en el nuevo trabajo de Morgan. Ayuda a ello su título, casi tanto como que su primer disco ya hiciera referencia a algo parecido al llevar la denominación de “Home” (Hogar). También aporta lo suyo el hecho de que ciertamente nos encontremos ante el trabajo más ecléctico de los cuatro que adornan su discografía en estudio, y la guinda la pone la mezcla de temas en castellano y en inglés, hasta hora lengua vernácula –con excepciones– de la banda. Habrá quien vea en todo lo dicho cierta dispersión y no lo culpo, aunque verlo como un síntoma de la riqueza que tienen en sus manos y en sus cabezas Nina, Paco, Ekain y Chuches no solo es más positivo, sino que me parece un enfoque mejor.
Grabado en los noruegos Ocean Studios y con Martín García Duque a la producción, Morgan nos aseguraban en la entrevista que publicamos en nuestro número de febrero que les gustan los discos que son un viaje, y este ciertamente lo es. Un viaje que comienza con la evocadora y corta “Delta”, en la que encontramos la siempre impactante voz desnuda de Nina, algo que no va a suceder demasiado en el resto de canciones. Y quizá ahí esté el gran pero del disco, en unas habituales voces dobladas que enturbian algo la excelente capacidad vocal de la cantante. Nada grave y que no puedas olvidar con un par de escuchas más. El mismo viaje que se cierra con “Final”. ¿Queda claro? Una canción demasiado abierta estilísticamente como para cerrar un disco de forma convencional, concepto que no cabe en el universo Morgan. Por en medio hemos pasado por el aroma a Stevie Nicks de “1838”, por la amplitud de “Radio”, un tema enorme en el que te puedes perder continuamente y que vale por sí solo por la compra de cualquier disco, o por la sencillez que tiene volver a las raíces más yanquis con el blues de “Arena”. Nos cruzamos con el pop en “Pyra” y con el funk en “Jon & Julia”. Otra vez ¿dispersión o variedad? Cojan la buena que es la que más les hará disfrutar.
Morgan crecen y crecen, y lo hacen de nuevo con este disco. Sin casarse con nadie. Porque no van a lo fácil, sino a lo que sienten. No les preocupa que insistamos desde la prensa en su pase al castellano, aquí mostrado con casi la mitad del track-list. Lo entienden. Porque están dispuestos a exponerse y aquí lo hacen de nuevo. Uno, que se enfrentó – más bien lo acogí, pero ya me entienden – al disco cuando fue publicado en su página web en diciembre, ve ahora como ha de escribir esta reseña a cuentas de su edición física, no solo después de hablar con ellos, sino habiendo leído lo que han escrito otros compañeros. Una ventaja que hay que aprovechar para citar las referencias que han utilizado otros y otras, y entre las que están los ya habituales al hablar de Morgan, The Band, pero también Bruce Springsteen, The Who, Mark Knopfler, Lou Reed, Jack White, Alanis Morissette o Sheryl Crow. Y aunque algunos nombres los vea más que otros, eso me lleva a pensar que en Morgan están todos y ninguno a la vez, y que eso es lo que hace grande a estas cuatro personalidades que se juntaron para dar forma a un auténtico rara avis, en positivo, en el panorama musical patrio. ¿Quién te espera en una habitación de hotel? que diría aquel. Morgan, esa es la respuesta.
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