Tras el descalabro que supuso verlos hace tres años en una abarrotada sala Razzmatazz de Barcelona, poco por no decir nada esperaba ya de Billy Corgan. Por eso me ha producido una agradable sorpresa, encontrarme de bruces con este interesante tercer trabajo del nuevo renacer que emprendió el calvo de oro con ese desastre sónico que supuso un ladrillo como “Zeitgeist” (2007). Un disco corto -33 minutos- lo que ya de por si es novedad en el megalómano universo Corgan, que en cierta medida recupera el pulso melódico con algunos interesantes destellos, y que incorpora de forma certera “sintes” y pregrabados, además de contar con el contundente aporrear de Tommy Lee (Mötley Crüe) a la batería. Elementos todos ellos que dan lugar a canciones como “Run 2 Me” o “Dorian” que, manteniendo las señas de identidad de la banda, le otorgan a su sonido un lustre que, sin colocarlos en el XXI de golpe, tampoco nos flipemos, sí lo actualizan quitándole parte del polvo y esas gigantescas telarañas de su ego.
Con todo ello me he sorprendido a mi mismo disfrutando de nuevo de la crujiente y lastimera voz de Billy y la contundencia de temas como la inicial “Tiberius”, la estratosférica “Anaise!” –desde ya uno de los mejores temas de los Pumpkins en años- con esos certeros cambios de ritmo y el apoyo de los sintes en los arreglos que le otorgan una épica contenida de lo más acertada. Eso por no hablar del efectivo riff de una “Anti-Hero” que cierra un disco que abre puertas de esperanza a un proyecto que quedó demasiado lastrado por la época en el que surgió y del que pensaba que no iba a volver a escuchar nada medianamente interesante.
Esta cool esta rola