Montenegro
DiscosÀnteros

Montenegro

8 / 10
Montse Galeano — 17-11-2023
Empresa — Aloud Music
Fotografía — Archivo

En un tiempo en el que los discos se miden por streams, en el que parece que las lógicas algorítmicas se han impuesto a las creativas, encontrarse con un trabajo como “Montenegro” es todo un hito. También una declaración de intenciones. En su nuevo disco, Ànteros prenden la llama de un fuego que lo arrasa todo, para, al final, renacer entre el desgarro.

Lo que empezó como un proyecto paralelo y con la manida etiqueta de supergrupo, pronto acabó tomando una entidad propia hasta desembocar en su anterior trabajo. “...y en paz la oscuridad” (20) definía ese juego de contrastes entre los momentos más preciosistas con sus pasajes más oscuros, desligándose de las etiquetas de proyectos anteriores. Aquello que empezó como una broma (según sus propios miembros) ya tenía vida propia. Es por eso que el contexto de su lanzamiento, en medio de la pandemia, lo convirtió por momentos en un canto de cisne. Pero si algo tienen Ànteros es que son capaces de resurgir pese a todo, y, cuando las piezas finalmente encajaron, nos encontramos con “Montenegro”.

“Culto al fuego” es la encargada de introducirnos en su particular universo. Luz y oscuridad se funden con las partes vocales más estremecedoras, la unión de la base más atmosférica de la banda con su corazón que es puro amor al post-hardcore. No hay tregua. “Frágiles”, con ecos de Circa Survive en sus punteos, es otro ejemplo más del vasto abanico musical de la banda y testigo de la trayectoria de sus componentes: porque hay un poco de post-rock, algo de screamo, briznas de hardcore e incluso toques más acústicos del emo. Con cada escucha encontramos nuevas capas, como ese “Cielo abierto” que representa ese renacer latente en todo el álbum, o esa sensibilidad casi ensoñadora de “Verase”. Entre las llamas también hay momentos para contemplar lo hipnótico del fuego. Es por eso que “Verase” se permite ser ese momento de pausa, con unos acordes que conectan de forma directa con los primeros referentes de la banda más cercanos al grunge de los noventa, algo que la imbuye de una nostalgia especial. Y en ese remanso de paz, “La hoguera” nos devuelve a ese ritual de fuego, casi catártico, en el que ya somos conscientes que es necesario arder para ser capaz de resurgir para, finalmente, soltarlo todo en “Elurra Heriotza”, el tema más completo del disco por su cantidad de paisajes, detalles y una despedida con trompetas al más puro estilo midwest emo.

Catarsis, autoconciencia y una pasión desbordante son los tres pilares de Montenegro, un disco honesto a contracorriente de las tendencias. No hay vuelta atrás, todo arderá. Tras las cenizas, la vida misma.

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