Si su espléndido debut, "Esto tiene que doler", llegó apenas unos meses después de la formación del trío pamplonica Monte del Oso, su continuación lo hace justo al cumplirse un año de aquél, demostración de tener bien claro el cómo y el qué decir. Que no es otra cosa más que exultante power-pop pasado por la trituradora del punk para conformar melodías que en muchos casos se antojan imparables a la primera escucha.
La fina ironía sigue presente en muchas de sus letras, los aromas a Bob Mould quedan bien dibujados como influencia, y son capaces de tejer entramados de guitarras tan soberbios como en “Las personas son maravillosas pero yo no”, un brutal ejercicio de canción atemporal. Monte del Oso siguen siendo esa demostración del imparable poder melódico de un muro de sonido levantado con los cimientos bien asentados.
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