Montalbo
Discos / Montalbo

Montalbo

7 / 10
Sergio Amor Herrero — 10-08-2024
Empresa — Autoeditado
Género — Rock

Los años 90 fueron riquísimos y abundantes a nivel musical. Los riojanos Montalbo se encargan de recordárselo a todo el mundo con estas once canciones cantadas en castellano, en las que mezclan con habilidad las guitarras gordas y los cambios de ritmo que hicieron triunfar a bandas icónicas de la talla de Smashing Pumpkins o Weezer, con las melodías limpias al estilo Pavement. El disco es sólido y compacto, con un buen puñado de temas realmente interesantes.

"Santa Cecilia" abre la grabación con una guitarra acústica que pronto cede su puesto a unos punteos que se esmeran para crear una certera melodía. La atmósfera de "Ángeles" camina entre la tranquilidad y la inquietud, con la voz tirando de ironía y dibujando en el ambiente una sensación de angustiosa calma. "Camello Parapente" no parece, a priori, un buen título para un hit potencial, pero esta canción lo es. Ritmo bailable, instrumentación potente, letra agridulce y descreída... Ingredientes de calidad para dar forma a un gran ejercicio de pop guitarrero, perfecto para ser tarareado una mañana de resaca.

Seguramente Billy Corgan y sus colegas calabazas jamás escuchen "Chavales", pero si lo hiciesen pensarían estar oyendo un descarte de alguno de sus discos, a pesar del cambio de idioma. Este medio tiempo de pura intensidad nihilista lleva en volandas a una voz aparentemente frágil, pero que parece esconder grandes dosis de rabia contenida. Una rabia que explota sin remisión en "Piqueras", un abrasivo rock duro sin contemplaciones que no deja títere con cabeza y que cuenta con la colaboración del cantante Rubenciano.

No menos intensa resulta la irrupción de "Larena", con su inicial oasis de tranquilidad que da un respiro al oyente, y que va subiendo el tono progresivamente para terminar realizando una travesía de vuelta hasta donde todo comenzó. Con "Moreda", en la que colabora Dani, vocalista de Tobogán, y que continúa la senda de la temática existencialista emocional, concluye un viaje nostálgico a un pasado ciertamente lejano aunque de sombra muy alargada.

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