¿Cómo? ¿Que aún no ha empezado oficialmente el otoño? Da igual que no sea 23 de septiembre: el lanzamiento de “The land is inhospitable and so are we” marca el comienzo del otoño de 2023, os guste o no. Solo un año después de “Laurel Hell”, Mitski Miyawaki vuelve dejando atrás ese conato de retiro y confirmando que, como declaró cuando habló sobre “Geyser”, 'abandonaré cualquier cosa, incluida a mí misma, simplemente para poder seguir haciendo música'. Desde luego el timing no era para retirarse precisamente: “Laurel Hell” llegó al primer puesto de ventas en Estados Unidos, además se llevó una nominación a los Oscar por su canción para la multipremiada “Todo a la vez en todas partes” y, en definitiva, su popularidad no ha parado de crecer. Y, al menos por la calidad, no parece que lo vaya a hacer tras este disco.
De nuevo con su fiel escudero Patrick Hyland en la producción, y con arreglos orquestales de Drew Erickson (quien ha trabajado con Father John Misty o Weyes Blood), Miyawaki se embarca en un proyecto que nos hace recordar con cierta ironía que en su día titulase un disco “Retired from sad, new career in bussiness” (13), o aquel meme de “therapists hate her”: “The land is inhospitable, and so are we” es probablemente el disco más oscuro de Mitski, aunque a su vez tiene cierta luz, como ahora veremos.
La soledad es el tema principal del álbum, algo que no es nuevo en la autora de “Nobody”, pero aquí quizás de una forma más personal, más vulnerable aún. “Bug like an angel” ya empieza fuerte con una alcohólica lanzando versos como “did you go and make promises you can't keep? / well, when ya break them, they break you right back / amateur mistake, you can take it from me” y esos siniestros coros, pero la cosa va a más. “I don't like my mind” habla de pensamientos obsesivos y arrepentimiento, de autodestrucción con la que se intenta escapar de ello para solo acabar creando más (“I don't like being left alone in a room / with all its opinions about the things that I've done”), “The Frost” es otro ejemplo de soledad (“it's just witness-less me”) y de lo pobre que es la existencia si no hay nadie con quien compartirla, y en “The Deal” habla de vender su alma sin nada a cambio, solo para librarse de ella... y que, aún así, “your pain is eased but you'll never free”.
“Heaven” podría parecer romántica en su cotidianeidad con una frase tan bonita como “a I sip on the rest of coffee you left / a kiss left of you”, pero lo que se entiende es que ese amor ya no está, y que agarrarse a ese clavo supone ese “heaven, heaven”. “I'm yours no matter that love's gone (…) we've travelled very far, I'll / keep a leftover light / burnin' so you can keep lookin' up / isn't that worth holdin' on?” se pregunta en 'Star', tras haber perdido a alguien a quien le dice “you know I'd always been alone, til you taught me to live for somebody”. Y va a más: en 'I'm your man' (“you're an angel, I'm a dog, or you're a dog and I'm your man (…) you believe me like a god, I betray you like a man”), se culpabiliza de la ruptura y está tan segura de que “nadie la amará igual” que “debería morir, lo merezco, ¿no?”. “I'll meet judgement by the hounds” dice poco antes de que, efectivamente, se escuche cómo llegan unos perros ladrando para devorarla.
Incluso “My Love Mine All Mine”, uno de los grandes cortes del disco y a priori uno de los pocos luminosos (y quizás la canción de amor más 'feliz' que ha escrito Mitski), puede tener una lectura amarga: si todos los pensamientos que hemos visto son del mismo personaje, no sería extraño que estuviese considerando seriamente el suicidio, y buscase el pequeño consuelo de que, después de muerto, la Luna se asegurase de que su amor siguiese acompañando a esa otra persona. Menos mal que el álbum se cierra con “I love me after you”, un pasaje de soledad pero en esta ocasión vista como algo positivo y dedicado al cuidado de una misma.
Es curioso que, salvo en canciones como en 'When memories snow', la instrumentación esté más en un segundo plano, dando protagonismo a la voz y las letras de Mitski e, intencionadamente o no, acentuando la soledad de la autora. “The land is inhospitable, and so we are” capta eso a la perfección.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.