El skate punk y el hardcore melódico de finales de los noventa mantiene una pequeña pero peleona sucursal en Örebro, la ciudad natal de Millencolin. Los suecos siguen erre que erre, quizás algo más blanditos que antaño.
Aunque su líder ha amagado con seguir en solitario y surgieron otros proyectos como Franky Lee, el cuarteto responsable de himnos para una generación como “Bullion” y “The Story of My Life”, tienen cuerda para rato como evidencia el presente “True Brew”. Desde aquel “Home From Home”, del 2002, los suecos se limitan a repetir la misma fórmula con más o menos acierto y el público cada vez responde de una forma más tibia. Con su octavo disco, Nikola y compañía merecen algo más. Siete años después de “Machine 15” han vuelto con un plástico que recoge la quintaesencia de la banda: guitarras con músculo (“Egocentric Man”, “Wall Of Doubt”), muchas melodías con esa voz nasal tan inconfundible (“Chameleon”, “Sense & Sensibility”), algunos coros memorables (“Perfection Is Boring”, “Somehting I Would”) y pocos experimentos.
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