Hay ciertas bandas que se toman su tiempo para encontrar el sonido con el que realmente se identifican, algunas que despiden su andadura sin todavía haberlo encontrado –incluso voluntariamente– y luego están las que parecen vislumbrarlo desde el primer ensayo, concierto o grabación. Ese es el caso de Milky Chance. El trío alemán –aunque dúo en las portadas– se dio a conocer allá por el pasado 2013 con “Sadnecessary”, en el que proponían el que sigue siendo su estilo propio a día de hoy. Aires folk envueltos en melodías pop y ritmos cercanos al dub que pivotan perpetuamente sobre la característica voz Clemens Rehbein. Y lo cierto es que la fórmula les ha servido para darse a conocer en todo el mundo, asentarse en la escena indie y seguir trabajando en su sonido, aunque esto último con ciertas limitaciones.
Si con su segundo álbum y el fichaje por una discográfica multicional, la banda pulió y perfeccionó su estilo más personal, la nueva vuelta de tuerca de “Mind The Moon” parece haberles llevado a transitar por una senda pedregosa e incómoda que no les viste como se merecen.
En una colección que acumula un total de doce cortes, resulta una tarea ardua encontrar un relato construido en torno al disco. El álbum arranca con la atmósfera sintética de “Fado”, interesante experimento que, por momentos, se revuelve hacia la cara más acústica de los primeros Milky Chance pero que en su mayor parte se desboca al pop más masivo y bailable.
La primera parte de “Mind The Moon” resulta una revisión clásica de su sonido, donde encuentran el acomodo perfecto entre rasgueos de guitarra, sintetizadores amables y llevaderos e incluso ritmos más urbanos, como en el caso de “Oh Mama”; la ambientación dub de “The Game”, con uno de esos estribillos pegadizos marca de la casa, los acertados coros de “The Rush” –en la que se vuelven a entrometer sintetizadores más estridentes– o la colaboración de Tash Sultana en “Daydreaming”, con la que disco empieza a pedir a gritos un respiro. Riesgo inherente a su propuesta, en muchas ocasiones liviana y entretenida pero limítrofe con el continuismo y la sobrecarga armónica.
La preciosa letanía de “Eden’s House”, bañada en evidentes texturas sudafricanas y acompañada del legendario coro Ladysmith Black Mambazo, se aúpa a lo más alto de un disco que se despide con una nueva dosis de pop cargado de reminiscencias cuasi discotequeras como es el caso de “Scarlet Paintings” o “Fallen”.
En definitiva, “Mind The Moon” es un álbum ciertamente inconexo, con buenas canciones en su parte inicial, en un atisbo de evolución del sonido Milky Chance que parece truncarse hacía la segunda mitad de mismo, convirtiéndose en una suerte de mixtura a la que diseccionar y de la que extraer un buen puñado de diamantes.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.