Parece inevitable que, de manera inconsciente y durante la toma de contacto inicial con el que es nuevo trabajo de Miles Kane, surja cierta sensación de déjà vu, después de localizar en la referencia escasas novedades con respecto a títulos previos del autor como “Colour Of The Trap” (Columbia, 11) y “Don't Forget Who You Are” (Columbia, 13). Es, en realidad, una sensación efímera que se asume con naturalidad, a sabiendas de que el británico tampoco es que sea el músico más novedoso ni vanguardista del mundo y que, a cambio, tiene muy bien cogida la medida de su propio estilo. Sucede, además, que esa evidente reiteración de formas importa más bien poco cuando, como en el caso del ex The Rascals, el artista es capaz de facturar un álbum como “One Man Band”, con el aspecto y la efectividad de un recopilatorio.
La pericia del de Merseyside consigue secuenciar un single en potencia detrás de otro y casi en cada una de las once piezas que componen el lanzamiento en cuestión. A pesar de que en “Change The Show” (BMG, 22) el cantante virase ligeramente hacia sonidos manifiestamente soul y setenteros, lo cierto es que a día de hoy vuelve a esforzarse en concretar dianas de indie-pop elegante y clásico corte británico, con influencias de The Beatles –sobre todo de John Lennon–, David Bowie, The Jam, Oasis o Faces ajustándole como un buen traje. Y es en esa parcela, ahora concretada en el jugoso “One Man Band”, en donde Kane resulta poco menos que infalible, con un olfato escandaloso para alumbrar ese tipo de composiciones.
La obra se abre con un trío de ases que incluye la autobiográfica “Troubled Son”, “The Best Is Yet To Come” y el magnífico corte que da título al producto. Un comienzo arrasador que mantiene el ritmo con la agresiva “Never Taking Me Alive”, el single futbolero “Baggio”, el medio tiempo de la casa (con la sombra de Lennon cayendo en vertical) “Ransom”, la juguetona “Doubles” o “Heal”, antes de que esa bonita canción acústica que es “Scared Of Love” ejerza como cierre. “One Man Band” ha sido producido por James Skelly de The Coral (algo que se nota en el propio sonido), y cuenta en uno u otro momento con las colaboraciones del habitual Jamie Biles, Tom Odgen de Blossoms, Keiran Shudall de Circa Waves o Andy Burrow.
Tras un par de títulos cumplidores, Miles Kane vuelve a rayar al nivel mostrado en sus comienzos, y la corona del típico sonido british (entendido de la mejor manera posible y convenientemente actualizado) parece asentarse sobre su cabeza. Sobre todo, teniendo en cuenta que Alex Turner (compinche en The Last Shadow Puppets) y sus Arctic Monkeys parecen definitivamente inmersos en esa madurez creativa con ecos de crooner y reflexión manifiesta de sus dos últimos elepés. Queda así libre la sección dedicada a guitarras al servicio del pop, con la electricidad como línea argumental junto a ese tipo de estribillos tan aptos para cantar a voz en grito en el pub como en el festival de turno. Unas cualidades refrendadas, a conciencia, en un álbum tan proactivo como resulta ser el presente “One Man Band”.
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