Change The Show
DiscosMiles Kane

Change The Show

7 / 10
Raúl Julián — 21-01-2022
Empresa — BMG
Género — Pop

Miles Kane ha dejado muestras de su buen hacer liderando a The Rascals y también junto a su amigo Alex Turner de Arctic Monkeys, en ese proyecto bautizado como The Last Shadow Puppets que suma un par de elepés atractivos. Pero, ante todo, el de Merseyside arrasó al comienzo de su carrera en solitario en base a dos discos de incuestionable verticalidad como fueron Colour Of The Trap (Columbia, 11) y Don't Forget Who You Are (Columbia, 13), en los que tiraba de referencias clásicas y cien por cien británicas para facturar un buen número de pepinazos indie-pop-rock.

El cuarto disco de Kane llega tras el más discreto Coup De Grace (Virgin-EMI, 18) de hace unas temporadas, y relega aquellas guitarras otrora tan evidentes a un plano algo secundario. A cambio, el músico se deja caer hacia sonidos setenteros como soul, glam e incluso funky, apostando por la inclusión de vientos y teclados vintage al tiempo de apurar su trazo pop. Un movimiento que el músico gestiona con habilidad, en torno a un álbum animoso que destila funcionalidad a lo largo de once piezas que no cambiarán la vida de nadie, pero que la tornarán más colorida durante cuarenta minutos.

La secuencia se abre con el medio tiempo “Tears Are Falling”, antes de dar paso al acelerón de “Don’t Let It Get You Down” y ese logrado jugueteo con la vocalista Corinne Bailey Rae que supone “Nothings Ever Gonna Be Good Enough”. Una activación que se mantiene constante gracias a otros cortes como “Never Get Tired Of Dancing With You” (deudora de B-52’s), “Tell Me What You’re Feeling”, o los homenajes a The Ronettes y John Lennon que suponen respectivamente “Coming Of Age” y “Change The Show”. Ya en el tramo final del lanzamiento destacan “Caroline” y una “Adios” que recuerda que la influencia de The Style Council continúa vigente.

‘Change The Show’ (BMG, 22) deja entrever cierta madurez del artista, o quizá sea solo consecuencia directa de su incursión en terrenos inéditos. En cualquier caso, la esencia habitual de Miles Kane aún late en esta referencia, a pesar de ese cambio palpable sugerido desde su mismo título. Todo en un álbum de sonido atemporal que, sin llegar a desatar la euforia, se degusta con naturalidad e incluso satisfacción en sus mejores momentos, tras levantarse sobre unos parámetros que, en manos adecuadas como resultan ser las del inglés, no suelen fallar.

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