Hace diez años (mes arriba o abajo), Miguel Ríos andaba anunciando su retirada del mundo de la música. Su por entonces último trabajo, “Solo o en compañía de otros” contaba con tres años de existencia y, ciertamente sonaba a despedida. Era un disco básicamente de versiones –muy bien escogidas, por cierto– y en el que apenas se incluían tres temas originales, reducidos a uno si nos ceñimos a canciones compuestas para la ocasión. Hoy, afortunadamente para los que amamos la música nacional, podemos decir que Miguel se ha echado atrás. Y lo hacemos con admiración y algo de alivio. Porque trece años después de aquel conjunto de canciones y, como decíamos, con una década pasada de su amago de retirada, Ríos ha entregado un disco magnífico. Una muestra de poderío insultante. Una suerte de “American Recordings” a la granadina. Incluso en el formato me recuerda a la resurrección de Johnny Cash. Porque “Un largo tiempo” es un disco acústico, en el que el cantante se acompaña de Jose Nortes encabezando al Black Betty Trio, formación que completan Luis Prado y Edu Ortega, a la que pone la guinda con algún coro, Txetxu Altube, muy lejos de los cuarenta y siete músicos que tocaban en su lejano predecesor. Lo justo para conseguir un sonido íntimo que de todo el protagonismo al cantante y las canciones. Porque vaya canciones. Diez fogonazos que incluyen dos adaptaciones al castellano, y que pasan a convertirse de pleno derecho en parte de lo mejor de su repertorio. Como en el caso de Johnny Cash. Producción austera también (como Cash) y una interpretación que impacta y conmueve (también como Cash, y ya paro). Escogiendo las versiones con acierto y esa mezcla de sorpresa que descoloca al oyente (como…). Ahí están “Que salgan los clowns” de Stephen Sondheim aunque conocida vía La Voz de Sinatra, y “Viene y luego va”, revisión del “Comes Then Goes” de ¡Pearl Jam! Mostrando su respeto, algo que Miguel nunca ha perdido, por las generaciones posteriores a la suya.
Cachondo, Miguel Ríos se marca “El blues de la tercera edad”, para aceptar el momento vital que le toca a los que tienen una edad parecida a la suya. Sitúa y nos sitúa en todo lo que ha vivido con la insuperable “Memphis-Granada”, para que entendamos cómo nació esto del rock and roll en este país. De paso, explica eso del pacto con el diablo en “Cruce de caminos” y hasta convierte en música una columna periodística de Manuel Vicent a la que titula “Por San Juan”. Todo está en su sitio. Todo fluye. Incluso el country de “A contra ley” funciona sin parecer fuera de lugar. Y Miguel disfruta. Se nota que le ha gustado grabar este disco y que lo ha hecho convencido del que está haciendo algo muy bien.
Después de lo dicho, creo que nadie debería dudar en acercarse a “Un largo tiempo” sin prejuicios. Porque Miguel Ríos, y ahora soy consciente de mi repetición, ha publicado el que, esperamos, sea el primero de sus personales “Granadian Recordings”, si me permiten la boutade. Con una honestidad y un saber estar del que pocos pueden alardear en esta tierra. Sin necesidad de ser autocomplaciente, ni de exigir ser tratado como una estrella del rock, que a fin de cuentas es lo que es. Quizá la más grande que nunca ha dado este país.
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