Aún quedándose muy lejos de la revolución que supuso ‘Culture’ (2017), el primer disco de trap estadounidense que consiguió colarse en los medios generalistas internacionales gracias a su frescura pero también a una muy buena campaña publicitaria, ‘Culture III’ hace que Migos se recupere del batacazo que fue ‘Culture II’ y les hace volver a sonar distinto, ya sin el peso de tener que replicar el éxito de uno de los álbumes más laureados de los últimos tiempos.
Y es que ‘Culture’ fue un disco de trap superventas que empezó a señalar el final del trap, un género que sigue funcionando a día de hoy pero que ha dejado de ser el rey de la innovación en el “universo hip-hop” (un puesto que ahora recae en el drill) y el rey del featuring para los artistas de otros géneros, que hoy se siguen acercando al reggaeton cuando buscan un toque urbano en sus temas. Por eso, sorprende que en este ‘Culture III’, Migos siga rindiendo pleitesía a lo que fueron en vez de a lo que les hizo grandes, que no fue el trap en sí, sino la innovación. Quienes llevaron el trap a los medios musicales que no aceptaban el género sin un lavado de cara, siguen sin saber desembarazarse de él para dar paso a nuevos sonidos. Pasaron de ser vanguardia a retaguardia en apenas dos años, algo no necesariamente negativo, pero que, en el caso de Migos, les deja sin armas para volver a ser importantes.
Tanto Offset como Quavo como Takeoff han conseguido que pasara lo peor, y ‘Culture III’ recupera sensaciones del primer álbum y hace aún más evidente el fracaso que supuso ‘Culture II’, más allá de ‘Walk It Talk It’. Además de volver a ofrecernos un delivery único en el mundo, en el que los tres artistas se unen y solapan y superponen para que cada segundo de la canción haya una buena frase, un ad-lib o un coro, es interesante escuchar los temas con Juice WRLD y Pop Smoke, ambos tristemente fallecidos, así como una primera mitad de disco a muy buen nivel.
No sé qué será de Migos a partir de ahora. Si conseguirán volver a responder como grupo o acabaran reducidos a sus carreras individuales ante los cambios de paradigma en una escena que cada vez cambia más deprisa y que cada vez deja más rápido a más artistas en la picadora por no saber adaptarse.
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