Hasta ahora The Kills eran como una chupa de cuero: clásica pero moderna, va con todo y queda molona. Ahora, y por usar el lenguaje fashionista que tan bien queda cuando hablas del grupo de alguien que desayuna junto a Kate Moss, son una chupa de cuero, igual, pero más customizada y personal. Tras dos álbumes a partir de una fórmula tan sencilla como efectiva, The Kills ofrecen su disco menos obvio y previsible.
“Midnight Boom” sigue siendo una colección de poses y elementos contrastados, pero si hasta ahora se parapetaban en una atmósfera oscura que resaltaba las limitadas virtudes de su cancionero, aquí suenan abiertos y hasta divertidos. “Last Day Of Magic” podría estar en cualquiera de sus álbumes anteriores –y seguiría siendo una gran canción, pero destacan sobre todo los primeros minutos del álbum: “U.R.A. Fever” –que recuerda en algo a The Fiery Furnaces, la algo tonta pero irresistible “Cheap & Cheerful” y “Tape Song” con ese estribillo a lo Kim Deal. También “Alphabet Pony” y “Black Balloon” muestran nuevas oportunidades sin que Jamie Hince y Allison Mosshart deban reinventarse del todo: simplemente se han dado cuenta de que, o mostraban algo nuevo, o se les acababa el rollo.
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