For The Sake Of Bethel Woods

El de Midlake no es un caso único, pero igualmente resulta meritoria la capacidad mostrada por el grupo para seguir adelante tras la espantada de Tim Smith (cantante, guitarrista y principal compositor del proyecto) en 2012, cuando disfrutaban de su mejor momento gracias a la aceptación del segundo y tercer álbum –‘The Trials Of Van Occupanther’ (Bella Union, 06) y ‘The Courage Of Others’ (Bella Union, 10)– y de singles tan deliciosos como “Young Bride”, “Acts Of Man”, “Head Home” y, por supuesto, “Roscoe”. El combo supo rehacerse y, cuando la lógica los daba por muertos, reapareció con un trabajo tan solvente como fue ese ‘Antiphon’ (ATO, 13) que hasta ahora era última entrega de los de Texas.

Casi nueve años después llega ‘For The Sake Of Bethel Woods’ (ATO, 22), una obra en la que el grupo recupera sus principales virtudes para blandir esa ponderación marca de la casa que hace equilibrios entre sensibilidad e intensidad, emoción y nervio, delicadeza y fuerza. Evaluado en conjunto, el quinto álbum de Midlake quizá se sitúe un peldaño por debajo de los mejores títulos con su impronta, pero a cambio resulta un encuentro agradecido con la inclusión de no pocas piezas a colocar en la zona noble de su cancionero. En cualquier caso y en la práctica, la mezcla de indie-pop ensoñador y psicodelia del quinteto luce más agresiva y vertical, sin descuidar una elegancia innata pero apostando por trazos explícitos que se concretan en canciones convencidas e incluso orgullosas. Buena parte de la referencia queda apostillada por ese pretendido aspecto vintage que, en realidad, cubre la práctica totalidad del elepé y termina por ser protagonista. Diez nuevas piezas (y la intro “Commune”) con las que dar de nuevo la bienvenida a Midlake, entre las que destacan “Bethel Woods”, la insinuante “Glistening”, el single “Meanwhile…” o la final “Of Desire”, además de unas “Exile” y “Feast of Carrion” que bien podrían haber pertenecido a Super Furry Animals.

‘For The Sake Of Bethel Woods’ (ATO, 22) es uno de esos discos expansivos que gana terreno a cada escucha, ofertando nuevos detalles mientras su capacidad de seducción resulta potenciada por ese regusto añejo y encantador, por momentos muy de los setenta. Un trabajo para degustar con calma y en repetidas ocasiones, siendo necesaria esa paciencia cada vez más en desuso para asimilar su concepto global y comprenderlo del todo. Es, en definitiva, el retorno bien parecido de uno de esos grupos cuyas composiciones son siempre bienvenidas, para colocar cerca de otras formaciones nunca suficientemente valoradas como Papercuts, Grandaddy, Elbow, The Sea And Cake o los Sparklehorse del malogrado Mark Linkous.

Texto: Raúl Julián.