Five Ways To Say Goodbye
DiscosMick Harvey

Five Ways To Say Goodbye

7 / 10
Raúl Julián — 15-05-2024
Empresa — Halley Supernova
Género — Pop-Rock

Mick Harvey es una figura secundaria sobre el papel y relevante en la práctica, que puede presumir de un currículo en que aparecen (entre otros y ejerciendo una u otra ocupación) los nombres de The Birthday Party y The Bad Seeds (en ambos casos junto a Nick Cave), PJ Harvey o Robert Forster. Un historial de tanto peso que, con frecuencia, puede llegar a motivar la infravaloración del por otro lado generoso catálogo amasado por el multiinstrumentista australiano al amparo de su propio nombre y a lo largo de varias décadas.

“Five Ways To Say Goodbye” es la enésima muesca que debería servir para corregir el error, tras lucir como un trabajo sólido y elegante, además de perfectamente definido en esas coordenadas en las que se mueve el autor. Cincuenta minutos dotados con la distinción del veterano, rematados con unos arreglos de cuerdas y teclados siempre coherentes y alejados de cualquier exceso, que insinúan tonalidades en grises tan melancólicas como acogedoras. Doce piezas cocinadas a fuego lento e igualmente desarrolladas sin prisa, que sugieren pasajes sombríos en los que adentrarse dado su atractivo manifiesto y cierta inquietud.

Un álbum protagonizado por ritmo meditado, que en algunos momentos apura ligeros cambios de velocidad con los que sorprender al oyente. Lo que parece innegociable es el mismo trazo del autor, empeñado en completar un álbum coherente y sin probaturas fantasiosas que difuminen el conjunto. Una secuencia en la que destacan “Demolition” (de Ed Keupper), los singles “Setting You Free” y “We Had An Island”, “Heaven's Gate”, o las preciosas “Alone With The Stars” y “When We Were Beautiful & Young”, con la voz de Harvey bien matizada en cada ocasión. Como regalo final aparece una relectura, llevada sin disimulo a terreno propio, del “Like A Hurricane” de Neil Young.

El presente “Five Ways To Say Goodbye” es un álbum copado por canciones de aspecto impecable, que realzan su propio sentido con arreglos impecables, majestuosos en su justa medida, y de un buen gusto evidente por parte de quien evidencia ser especialista en la materia en cuestión. Una obra óptima, en la práctica, para seguidores de Vic Chesnutt, John Cale, Leonard Cohen, los propios Robert Forster y Nick Cave (en su faceta más introspectiva), John Parish y, por descontado, ese Scott Walker que se cuela constantemente entre planos.

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