La inclaudicable escena under de Buenos Aires sigue facturando bandas que inspiran y dan forma a la cultura actual. Hoy día, más allá de la brutal explosión del urbano local -traducido en giras y colaboraciones bestiales y considerable éxito internacional- las guitarras vuelven a sonar en la Ciudad de la Furia.
Como parte de esta avanzadilla que genera pertenencia en quienes prefieren la distorsión a los beats de hihat ultra veloz, tenemos aquí a Mi Última Solución, banda de pop-hardcore que con solo tres discos gestados independientemente pudieron fundar una considerable fan base.
Es que su música es simple, directa, las letras tratan de movidas que nos pasan a todos… hasta ahí se parecen a miles de otros grupos de cualquier latitud, sí. Entonces la explicación de su éxito se presenta tan fácil como una regla de tres: si haces las cosas bien, te irá bien.
En este caso “hacer las cosas bien” es, entre muchas otras cosas, lograr sonar como una especie de híbrido de Blink 182 y los míticos argentinos Carajo, con perfecta sensibilidad cancionera, pero también con un audio sólido que se luce en estribillos brillosos y casi publicitarios y también en breakdowns a pleno growl deathmetalero.
Naturales hacedores de melodías pegadizas, los MUS tienen en claro cuales son sus virtudes y las explotan al máximo pero con criterio, sin empalagar y siempre dando una razón para que la escuchabilidad de este disco sea óptima.
Es que la emocionalidad es un tesoro que la juventud no debería menospreciar jamás, porque el sentimiento genuino es un highlight infalible y en este caso MUS lo domina con gran destreza.
Si tus avenencias existenciales pueden ser calmadas a golpe de post hardcore, pop total, letras de diván, autoayuda y pizcas de metalcore, no deberías pasar por alto este trabajo.
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.