Cuatro años largos han pasado desde el anterior álbum de METZ. Alex Edkins, principal compositor del trío, ha tenido tiempo de lanzar su estimable propio disco en solitario (que por lo visto va a tener continuidad), para dar salida a su lado más melódicamente inspirado.
Es una terapia que parece haber surtido efecto, porque su quinto LP profundiza en los hallazgos que ya abrían nuevos horizontes en su anterior trabajo. Estamos ante la versión más luminosa de una banda inclasificable que, no nos engañemos, mantiene la intensidad eléctrica abrasiva como santo y seña, pero matizada ahora desde la estupenda portada: una rosa que sugiere un enfoque casi romántico, que cristaliza en la fabulosa pieza final, el single “Light Your Way Home”: lo más cerca que han estado de su propia versión del shoegaze. Tan tierno como intenso.
El grupo sortea así el callejón sin salida al que podrían haber llegado, equilibrando las canciones y, por extensión, el mismo LP, cuyos ocho cortes estructuran con acierto. Nada más arrancar, retoman el kraut obsesivo que tan buenos resultados les dio en su anterior álbum con “No Reservation/Love Comes Crashing”. También se atreven a coquetear con la psicodelia noise mediante la tremenda “Superior Mirage”, con sus guitarras caleidoscópicas.
Y aunque cortes como “Glass Eye”, con sus vertiginosas guitarras post-punk, prueban lo buenos que siguen siendo en su versión primaria, es en la potencia melódica que asoma del fabuloso estribillo de “Never Still Again” (¿su mejor canción?) donde se superan. Si es el amor lo que le ha llevado hasta aquí, es otra prueba más de su poder para amansar a las fieras, sacando su mejor versión.
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