Strange Peace
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Strange Peace

6 / 10
Daniel Treviño — 25-09-2017
Empresa — Sub Pop
Género — Rock

“Strange Peace” no es un mal disco. El problema es que el sonido Metz ha llegado a un callejón sin salida y probablemente haya perdido la capacidad de sorprender, como sí que lo hicieron “Metz” (Subpop, 2012) y “II” (Subpop, 2015) en su momento, cuando el sonido de la banda fue un puñetazo de frescura en la escena de la música dura. En esta ocasión Metz han ido a la meca del ruido en Chicago y se han puesto en manos de Albini para esta nueva entrega que, aunque no sorprenda, sigue siendo un disco potente, lleno de rabia y fuerza. La presencia de Albini se nota especialmente en las percusiones que a lo largo de “Strange Peace” pegan con esa fuerza y contundencia marca Chicago. El disco abre con “Mess of Wires”, un tema que entra a cuchillo sin contemplaciones, rápido, frenético: todo la carne que Metz pueden meter en el asador en apenas tres minutos y medio. Le sigue “Drained Lake” con una tónica similar: capas y capas de ruido que se van superponiendo. “Cellophane”, el que fuera primer adelanto del disco, tiene una rítmica y sonido más parecida a los Metz de los anteriores trabajos. “Caterpillar” hace de tiempo muerto: un tema instrumental que ayuda a descansar la oreja para una vuelta a la carga en “Lost in the Blank City”, cuyas percusiones son, con permiso del primer tema, las más agresivas del disco. “Mr Plague”, “Common Trash”, “Escalator Teeth” y “Raw Material” van más en la misma onda: mismos acordes mareantes made in Metz, baterías contundentes con juegos de caja y bombo, y un bajo constante y roto. Las separa “Sink” que con unos harmónicos de guitarra y pequeñas pinceladas de bajo y batería funciona, como “Caterpillar”, de tema puente para descansar de la caña del disco. “Dig a Hole” tiene un deje melódico que en mi opinión la hace el tema más popero del disco, si es que Metz es una banda que se puede permitir ese término.

En resumen: “Strange Peace” reafirma a Metz como una de las bandas de ruido en las que hay más ojos puestos ahora mismo. La progresión de la banda lo avala y su presencia en medios fuera del estilo y circuito ruido va en aumento. Como Protomartyr, Bad Breeding o Ice Age, Metz es una banda que, desde el punk y un sonido agresivo y furioso, ha llegado a un público más masificado. Ahora bien, creo que han encontrado el techo en cuanto a su sonido se refiere, y “Strange Days” es la prueba. Y no creo que eso cambie a la banda en absoluto: estoy seguro de que los directos seguirán siendo un mazazo en los dientes y que los discos de Metz van a seguir siendo no aptos para cardiacos. Pero Metz nos han ofrecido todo lo que podían darnos.

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