Born Horses
Discos / Mercury Rev

Born Horses

7 / 10
Raúl Julián — 12-09-2024
Empresa — Bella Union
Género — Indie pop

A lo largo de más de treinta años de carrera, Mercury Rev han dejado un halo de elegancia sólo comparable a ese tipo de sugestión específica que desprenden todos y cada uno de sus discos. Claro que la trayectoria de los de Buffalo ha dejado obras más memorables que otras, pero el combo ha rayado siempre a un nivel capaz de despachar cualquier sospecha malintencionada. La presente entrega mantiene latentes ambas cualidades en dosis palpables, si bien se impone como un trabajo bien diferenciable dentro del catálogo de Mercury Rev.

“Born Horses” quizá sea el trabajo más jazzístico y barroco del proyecto liderado por Jonathan Donahue y Sean Mackowiak. También apuntaría al más marcadamente cinematográfico y de torrente poético, atendiendo a esos ocho planos con aspecto de canción y capaces de generar vívidas emociones que van desde la melancolía al bienestar. Es el milagro aún latente en Mercury Rev, que en aquí mantienen la esencia de la criatura mientras se aventuran hacia direcciones algo más desconocidas, afines y coherentes, pero que suman agitación y riesgo adicional.

Sucede con el trío inicial formado por “Mood Swings”, “Ancient Love” y “Your Hammer, My Heart” (con ese saxofón casi argumental). Unas destacadas a las que se suman “Patterns”, “Born Horses” –la mejor del lote–, y “A Bird of No Address”, además de la épica ensoñadora de “Everything I Thought I Had Lost”, que hubiera sido un perfecto cierre con sus vientos alzados a lo largo de seis minutos. Tal honor recae, sin embargo, sobre “There's Always Been A Bird In Me”, una pieza de corte indie algo más tradicional que, en cualquier caso, funciona como epílogo.

Si bien es verdad que el efecto sorpresa inicial va diluyéndose algo con las sucesivas escuchas, no es menos cierto que las canciones, con sus detalles y recovecos, potencian el enganche a modo de cantos de sirena. El resultado es una secuencia enigmática y adictiva (incluso colorida cuando roza esa psicodelia brumosa siempre comedida) que suma tonalidades a la paleta de colores tras beber de otras artes y traducir a sonoridades unas peculiaridades que insuflan vida a este conjunto de composiciones.

 

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