Tarantula Heart
DiscosMelvins

Tarantula Heart

8 / 10
Adriano Mazzeo — 07-05-2024
Empresa — Ipecac
Género — rock alternativo

Hay grupos que existen con un propósito que pareciera asignado aún antes de su formación. Esta es una de las maneras de percibir a Melvins, una institución rocker que jamás compró convencionalismos y gracias a esto hoy puede continuar no solo con dignidad, sino con éxito artístico, un camino trazado a pura inspiración y voluntad de trascender.

El formato de reinvención de 2024 los encuentra con los dos mandamases de la casa, Buzz Osborne en voz y guitarras y Dale Crover en baterías y coros, acompañados por el habitual bajista Steven McDonald (Redd Kross), el guitarra Gary Chester de We Are The Asteroid (¡Dios! ¿Hay un mejor nombre para una banda de psych rock?) y el batería Roy Mayorga (Ministry, ex Soulfly).

Como se puede adivinar con Crover y Mayorga a los parches, este no es un disco “sutil” de la banda, pero obviamente el carácter sonoro global del álbum logra exceder la brutalidad. “Pain Equals Funny” comienza el camino delirante y lo hace a lo grande y a lo extenso: riffs de fina psicodelia van y vienen en un track de ¡19! minutos que evoluciona sin cambiar bruscamente de tempo, incorpora delicadas novedades sonoras (un cencerro por aquí, un interludio noisy por allí) y con esto logra lo impensado, que no sea aburrida su escucha.

Está claro que como a muchos otros grupos que ayudaron a crear subgéneros del rock a Melvins, le quedó muy chico el mote de banda sludge, stoner o incluso de grunge. Aún así en este álbum ponen los puntos sobre las íes en dos canciones y recuerdan que no por nada son los padres de clásicos como “Honey Bucket” o “Night Goat”, bulldozers de la avanzadilla ruidosa de los 90s. Decíamos que para validar esos laureles inclaudicables están aquí la densísima y alucinatoria “Working the Ditch” y “Smiler”, la que cierra con éxito y a pleno machaque esta particular empresa de cinco temas y 39 minutos de duración.

Pero lo que queda en medio de estos temas en las posiciones tres y cuatro del setlist es lo que hace que el stoner o el psych sludge le hayan quedado pequeños a Melvins. Atestigüen el flipe deforme de “She’s Got Weird Arms”, un tema con un nivel de divague que le hace justicia a su título, una suerte de cruza de Primus, Frank Zappa, los Ween más extremos y los Butthole Surfers más experimentales, todo con el clásico sabor de la casa, ese inmortal carácter tan personal como la melena de King Buzzo.

Hay más. “Allergic to Food” contiene el ímpetu compartido de varias encarnaciones de Melvins: es rock desértico, es post punk descarado, es una magnífica arrolladora en la que las dos baterías -omnipresentes en cada uno de los tracks de un modo u otro- gobiernan protagonismo sobre unos arreglos disonantes de guitarra geniales. Vaya exquisitez.

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