No Quiero Sentirme Solo

La penúltima hornada de la independencia patria sigue sumando nombres con los que engrosar aquellas filas en las que ya militan bandas como Cariño, La Plata, Camellos, Cala Vento, Ginebras, Confeti de Odio o Chavales. Una nómina de artistas que, a su vez y de uno u otro modo, siguieron la exitosa estela dejada por esos Carolina Durante que encabezaron el movimiento y cuentan ya con un par de discos y varios EP’s en el casillero. La oleada en cuestión tiene en el sello Sonido Muchacho uno de sus principales abastecedores, con la discográfica madrileña firmando ahora para la causa a Mediapunta, que se presentan definitivamente en sociedad a través del presente ‘No Quiero Sentirme Solo’ (Sonido Muchacho, 22) y tras el EP ‘Amor Olímpico’ (Sonido Muchacho, 20).

En realidad los zaragozanos no son unos recién llegados, al contar con cierto bagaje previo tras la militancia de algunos de sus miembros en El Gol de Nayim y Los Crápulas. Al igual que muchos de sus compañeros, este nuevo proyecto liderado por el cantante Francho Pastor Algora –sobrino del malogrado (y añorado) cantante de El Niño Gusano– se ampara sobre letras costumbristas empeñadas en relatar ese mundo que gira a su alrededor, arropadas por sonido despreocupado que huye del virtuosismo para apostar a cambio por dosis adicionales de realismo urbano y cierta consistencia. Sitos en torno a un tipo de pop que vira en diferentes direcciones (y no demasiado alejado de sus colegas de Carolina Durante), Mediapunta entregan un álbum cortito y al pie, con el que certifican una carta de presentación dotada de un atractivo natural.

Un trabajo que incluye destacadas como “Mañaneo”, el medio tiempo “Hasta luego xd”, ese deje descarado (y pegadizo) hacia el electro-pop que es la ácida “Nueva escena musical”, “Extraterrestres”, o el single “Pizza de queso” cerrando el asunto por todo lo alto con la colaboración de Fresquito y Mango. ‘No Quiero Sentirme Solo’ es el compendio de diez canciones vitaminadas que con frecuencia no alcanzan los tres minutos de duración, con marcada alma pop, inmediatez punk e incluso ramalazos de power-pop. Un retrato pretendidamente juvenil y de aspecto informal, en base al amor, la nocturnidad, el romanticismo, las rupturas (y su consiguiente rencor), el FIFA y demás pasatiempos de época, todos ellos convenientemente retratados en piezas descriptivas y expeditivas.