Medalla afianzan su trayectoria fichando para el sello Limbo Starr, con el que publican un tercer trabajo ambicioso en el que muestran su capacidad para atacar y combinar géneros distintos, del kraut-rock robusto a la psicodelia e incluso la bossa nova, todo bajo el paraguas de una personalidad cada día más propia. Elogiable su voluntad de huír de ese mimetismo que ha hecho sonar a numerosas bandas locales demasiado parecidas en estos últimos años.
Producido por Sergio Pérez con su sello expansivo, “Arista rota” (enigmático título que casa bien con la portada) arranca con “Verde esmeralda”, que hace de elegante introducción orquestada que da pie a la energía guitarrera de “Leviatán”. En este corte sueltan frases tan lúcidas como “De qué sirve la paz si no hay dinero”. Comentarios sobre la precariedad del mundo moderno afloran en varios temas, así como referencias contestatarias y románticas, que casan con acierto en la majestuosa balada oscura “Rey emérito”, con cuyas guitarras dobladas y teclados cierran el álbum.
Entre medias domina la solidez de las canciones: la indignación airada rezuma en “Justicia poética”, pero me quedo con el ritmo frenético de “Velázquez”, donde se internan en robustos ambientes psicodélicos con una letra en la que el humor negro y la amargura se citan. En “Romance” se envuelven de un misterio que acaba siendo una sus armas principales, junto a una versatilidad que funciona casi siempre: en “Nuevos valores” buscan inspiración rockera en los Lagartija Nick de “Inercia”, pero en “Altares” se relajan a ritmo de bossa nova y en la espléndida “Flores” practican un sugerente pop oscuro. El resbalón rockero de “Gracias a Dios” se compensa con la luz melódica de “Lázaro” y la delicadeza con trazas orientales y final frenético de “Doce espadas”.
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